¿Listos para viajar a Wonderland?
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04- Wonderland
Tal vez en realidad no recordaba con exactitud a qué edad había llegado por primera vez a ese mundo tan extraño donde las flores hablaban al igual que los animales, los gatos desaparecían y podían sonreír, existían pócimas que te encogían y pasteles que te hacían crecer; un lugar apodado El país de las Maravillas o Wonderland. Tal vez a los siete años fue la última vez que sus sueños la transportaron hasta allí. No podía evitar asociar la pérdida de esos sueños maravillosos con el suceso de la muerte de su padre, Yuugo. Después de todo, aquello la había marcado al punto de perderse ella misma y su mente se convirtió en un lugar desolado y lleno de tormentas dolorosas.
Pero ahora, con 14 años de edad, había regresado por el mismo trayecto que alguna vez siguió; persiguiendo a un chico vestido con traje y un reloj de bolsillo, pero cuyo aspecto más resaltable eran sus orejas de conejo. Ahora era un poco más alto... y para qué negarlo, más apuesto. Pero seguía ataviado en ropas formales y con un reloj de bolsillo cuyo tic-tac provocaba dolores de cabeza. Lo había seguido, alejándose de su hogar y encontrando la misma madriguera. Lo había percibido como un Déjà vu. Seguir al chico conejo, caer por la madriguera, perderse en una sala llena de puertas cerradas, encontrar la llave que abría la puerta más pequeña, el drama tragicómico de la pócima para encogerse y el pastel para crecer, pero esta vez sin crear un río con sus lágrimas, hasta conseguir atravesar la puerta por fin.
Pero aquel mundo se veía demasiado diferente al que recordaba en sus sueños; lo que parecía haber sido una tierra de ensueño, ahora parecía una zona de guerra devastada con algunos pequeños rincones coloridos. Muchos de los que había conocido en aquella tierra, ya no estaban; el Sombrerero ya no estaba en su eterna fiesta de té por el tiempo detenido, el gato de Cheshire ya no se aparecía con su ancha sonrisa alocada, los hermanos Lanni y Thoma que siempre la hacían reír con sus discusiones y confusiones, parecían haberse esfumado. Apenas quedaban seres y lugares en pie. Ahora parecía una pesadilla en vez de un sueño reconfortante.
- No sirve de nada que hagas eso – la regañó el chico con orejas de conejo, llamado Ray, al ver que se estaba pellizcando el brazo – No debes irte, Emma. No ahora.
Ella lo miró con pánico en su expresión. ¿Por qué todo se veía tan triste y opaco si se supone que debía ser un sitio alegre y mágico? ¿Por qué no lograba despertar de esa pesadilla?
¿Por qué todo se sentía tan real como si estuviese más despierta que nunca?
- ¿Qué pasó aquí? – finalmente se atrevió a querer descubrirlo.
- No es una bonita historia – aclaró el azabache con expresión triste, apretando los labios al final de su frase.
- Aun así quiero saberlo, Ray – insistió la joven de cabello desordenado – ¿Quién destruyó este lugar tan hermoso?
Ray la miró a los ojos, provocando un fuerte escalofrío en la chica de rostro suave. Esa mirada estaba llena de dolor y rencor, oculta en una expresión taciturna. Muy diferente al carisma con que alguna vez la recibió en el pasado.
- Fue Legravalima, la Reina Roja – respondió tras algunos segundos ocultando el sentimiento de su oscurecida mirada – Le quitó la corona a Mujika, la Reina Blanca, y se apoderó de todo nuestro mundo. Utilizó a los demonios que mantiene bajo su control para atacar a quienes se le opusieran. A quienes capturó... los decapitó frente a todos y lanzó sus cabezas al río.
- ...
¿Qué estaba diciendo?
¿En verdad eso había sucedido cuando ella desapareció de aquel mundo a los siete años? ¿Toda la belleza de aquel mundo había perecido en manos de aquella codiciosa reina? ¿Sus amigos... habían muerto?
- No puede... ser – musitó Emma llevándose las manos al pecho, sintiendo el escozor de sus lágrimas nublando sus ojos – T-Todos...
- Solo Norman pudo escapar – aclaró Ray el paradero del Sombrerero – Mujika lo resguarda en su palacio. Pero... no ha vuelto a ser el mismo después de la tortura que vivió en manos de la Reina Roja.
- ¡¿Por qué me trajiste de vuelta entonces?! – le gritó la fémina sujetándolo con brusquedad de los hombros, en un arrebato de ira contenida a duras penas.
- Porque Legravalima pretendía acabar contigo – respondió Ray sujetándola de los antebrazos – Mujika nos dijo que una vieja profecía indicaba que tú eras la destinada a derrotarla y traer la paz a nuestro mundo. Y ahora nuestros enemigos pretendían buscarte dentro y fuera de nuestro mundo.
- ¿Qué... y-yo debo hacer que c-cosa? ¿Q-Qué ellos querían qué? – Emma exhibió su confusión y desasosiego de forma desastrosa; temblando y dejando caer sus lágrimas. Era mucha información en muy poco tiempo. La destrucción de aquel mundo bellísimo, la muerte de sus amigos, la tragedia de Mujika, el sufrimiento de Ray y Norman como sobrevivientes a aquel infierno.
¿Por qué aquel sueño debía ser ahora un lugar lleno de oscuridad y destrucción?
- Mis sueños no deberían ser así – reclamó cual niña consentida – Yo... yo no...
Se quedó quieta cuando Ray le acunó el rostro con sus manos cubiertas por guantes blancos, secándole las dolientes lágrimas de su rostro inmaculado, logrando verlo a los ojos.
- ¿Y quién puede decirte cual es la realidad y cual es un sueño? – filosofó de forma esperanzadora – No deberías dudar tanto de nuestra existencia, tonta. Ya tienes 14 años. Se supone que deberías saberlo.
Emma bajó la mirada, sintiéndose pequeña y desprotegida. Se aferró al muchacho de mirada cansada, recostando su mejilla en el hombro de él. No tardó en sentir como él la abrazaba de forma protectora, guardando silencio. Dejándola a solas con sus pensamientos alborotados.
- Sea real o un sueño que indica que estás terriblemente mal de la cabeza, necesitamos de tu ayuda, Emma – insistió Ray – Mujika te necesita para confrontar a Legravalima.
- ¿Y cómo se supone que haré eso? – dudó la chica de cabello como atardecer – No sé nada ahora. Ya nada es como antes.
- Puedes adivinar que no será fácil ¿verdad? – se mofó Ray antes de mirarla a los ojos. Se hallaba tan cerca de su rostro, que Emma podía sentir el mechón de cabello de él cosquilleándole la mejilla – Pero no vas a estar sola en esta pelea. Mujika estará de tu lado siempre... al igual que yo.
- Ray – musitó por un momento encantada de su voz meliflua y su mirar que recuperaba un atisbo de luz preciosa.
- Alguien tiene que cuidarte, tonta – se justificó mientras luchaba internamente para que su rostro no se sonrojara – Yo me haré cargo de eso para que no hagas berrinche.
- ¿Por qué eres tan incorregible? – se quejó ella, sonriendo amenamente.
- Porque tal vez estoy igual de loco que tú – respondió Ray, internamente aliviado y feliz de haberle arrancado una sonrisa.
- ¿Te digo un secreto? – musitó la joven mujer mientras le acariciaba las mejillas con una suavidad etérea – Las mejores personas están locas.
La contempló con discreta admiración, descubriendo que a pesar del tiempo, Emma seguía conservando a su "niña interior". Que esta volvía a brotar como un pequeño retoño de primavera y debía florecer por completo si querían conseguir la victoria a futuro y salvar aquel mundo en ruinas. Le sonrió con amabilidad por primera vez en mucho tiempo y besó su frente para darle un último consuelo.
- Haré de todo para ayudarles, Ray – se sinceró cerrando los ojos, perdiéndose en un nuevo abrazo con él – Mientras esté contigo, podré con todo lo que se avecine.
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Cuando escribí este one-shot, lo único que podía visualizar era el mundo de Alicia que mostró Tim Burton en su película del año 2010. Una Alicia a punto de convertirse en adulta y que se ha perdido a sí misma y debe reencontrarse con su esencia mientras protege Wonderland. Por mi admiración a este director de cine y al hermoso mundo que plasmó de forma diferente a la que conocemos, es que surgió este one-shot.
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Corazones enlazados
FanfictionSin importar cómo, ellos deben volver a encontrarse. Es su destino decidido por el amor que jamás se llegaron a profesar (Rayemma Week 2020).