CAPÍTULO II

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-"¿Demonios? ¿Cómo es que cruzaron hasta aquí?"- pensó el rubio mientras salía por la ventana rota. Los dragones rugían para poder causar miedo en las criaturas oscuras pero estas no retrocedían.

Un demonio que planeaba atacar por la espalda al príncipe de los dragones fue detenido rápidamente por el mismo que intentaba atacar.

- ¿Tan cobarde eres que me atacas por la espalda? - preguntó retóricamente Bakugō. Tomó al demonio de la muñeca y con un simple movimiento lo dejo en el suelo para después, golpearlo fuertemente en la nuca dejándolo inconsciente.

De la misma ventana de la que había salido. También salió Kirishima.

- Maldita sea. Son demasiados demonios.- dijo el pelirrojo.

- ¿ Y mi madre? - preguntó el príncipe a su amigo.

- La deje a salvo en sus aposentos. De todas maneras no me preocupa mucho si es que alguien llegase a entrar. Es más, temería más por el pobre demonio que lo intentase.- respondió Kirishima. Bakugō asintió y abrió los ojos de par en par por un instante cuando vio que un demonio iba a lanzarle una flecha a su amigo.

- ¡Kirishima! - gritó el rubio cenizo alertándolo pero antes de que el pelirrojo se voltease este se abalanzó en contra del demonio que pretendía dispararles.

Ambos estaban peleando en el suelo. El dragón trataba de quitarle el arco para poder seguir con su ataque. Siguieron forcejeando hasta que el arco se rompió y el demonio empujó hacia un lado al rubio.

Katsuki se levantó rápidamente al igual que el demonio que tomó una de las flechas que tenía a un costado suyo. Estas flechas tenían la punta de un color negro. Sabía perfectamente bien lo que significaba, flechas envenenadas.

- Necesitaras más que flechas negras para matarme, bastardo.- sentenció el rubio con unas sonrisa orgullosa en los labios y en su sonrisa se podría apreciar los colmillos que adornaban su dentadura.

El demonio no decía nada solo se dedicaba a atacar. Era algo extraño. Dejó sus pensamientos de lado y una vez más se abalanzó contra el demonio tomando con una de sus manos la flecha que la criatura oscura trataba de encajarle en alguna parte de su cuerpo para que el veneno comenzara a esparcirse. Sin embargo, esto no sucedería. Ya que el príncipe destacaba en el combate cuerpo a cuerpo.
Mientras el demonio tenía sus oscuros ojos clavados en los del rubio. Los ojos de esta criatura no mostraban ni una pizca de emoción. Era como si este, estuviera vacío. Como si no existiera ni un latir en su corazón.

El dragón seguía forcejeando para que el ataque fuera directo a su contrincante y a pesar de haber notado esa diferencia en emoción de su contrincante, decidió seguir peleando.

Por fin, tuvo la oportunidad de tomar la flecha y encajársela en el lado izquierdo del pecho. El veneno de aquellas flechas era conocido por ser rápido y efectivo pero, lo que el príncipe apreció, es que en el momento que el encajó la flecha el demonio se convirtió en cenizas. No dejó ni un rastro de que alguna vez tuvo a un demonio enfrente suyo. Su mano no tenía sangre sino que estaba llena de ceniza que había pigmentado su mano de negro.

- ¿Pero qué..?- Un rugido estrepitoso retumbó por sus tímpanos. Giró la mirada a donde antes se encontraba su amigo y enfrente suyo vio a un dragón rojo de gran tamaño siendo rodeado por al menos dos docenas de demonios. Todos los enemigos que rodeaban a aquel dragón tenían las mismas características del demonio que hace un rato estaba enfrentando Bakugō. Mirada sombría, cuerpo un poco esbelto y estaban cubierto por capuchas y ropa negra.

𝓑𝓮𝓷𝓰𝓪𝓵𝓪𝓼 𝓘𝓭í𝓵𝓲𝓬𝓪𝓼|| BAKUGŌ X TN || MEDIEVAL AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora