El amanecer comenzaba a deslizarse de forma lenta por los rascacielos de aquella ciudad que acunaba a esas dos grandes mujeres. Eran las 5:00 A. M, una alarma de un móvil comenzó a sonar a la vez que era apagada por su propietaria, que se encontraba en su cama, sin haber "pegado" los ojos ni tres horas, en realidad, no lo hacía desde el funeral, esas ocho horas de sueño rara vez las llegó a conocer. Natasha Romanoff miraba y contaba los imperfectos del techo de su habitación, se sentía agotada, agobiada y como si fuera poco decepcionada de ella misma. Sí, lo estaba, se había enterado por medio de una página sensacionalista que, Wanda, su Wanda Maximoff se encontraba con su pequeño núcleo familiar en el cementerio de National City en esa foto que lograron capturar notó a su mejor amiga. Y, teniendo sentimientos encontrados no sabía si estaba o no enojada con Yelena o con la misma castaña por no avisarle, después recordó la prepotencia con la que se despidió ese día de la oficina. No obstante, Natasha era consciente de que su relación con la CEO Maximoff ha ido en picada y en gran parte es culpa suya por alejarla de su vida como cualquier trapo. A veces en las pocas horas que dormía tenía sueños verdaderamente lindos y placenteros, no precisamente sexuales, aunque rara vez los tenía con la señorita Maximoff, pero siempre eran interrumpidos y reemplazados por pesadillas con su familia Romanoff.
Se tapó su rostro con su almohada preguntándose el por qué estaban siendo arremetidas con giros bruscos, ¿acaso era lo que les tenía el destino?, porque este se empeñaba a darles pruebas y no unas fáciles. Eran situaciones duras, con tal de ver su capacidad de: endereza, fortaleza y muy importante de amar. En esa última quizá a la CEO le estaba costando un poco más a una que a la otra. Suspiró resignada a que debía levantarse, se dirigió a su closet para tomar su conjunto deportivo para irse a su gimnasio personal después de tanto tiempo sin ir hoy lo hará.
— Quizá hoy vaya a ver a Wanda — susurró para si misma frente al espejo terminando de atarse su cabello, trató de esbozar una pequeña sonrisa y salió del baño.
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Al otro lado de la ciudad estaba aquella castaña hermosa ojiazul que estaba lista para salir a correr, con un conjunto verde esmeralda que le recordaba a su amada pelirroja, tenía su pelo atado y al ir a la cocina, se sentía rara porque no tenía que hacerle el desayuno a su hermana mayor, tal como lo hacían en sus turnos de noche, porque desde su inicio de relación con su ahora mejor amiga prácticamente vive con las chicas Belova. Suspiraba también al verse su conjunto, la extrañaba muchísimo ver a la pelirroja, sus besos, sus bromas, sus miradas, en fin, el tiempo de calidad juntas en sí. Solo pasaron dos días desde que cerró su ciclo con la señorita Lane, se sentía enérgica por ese lado porque superó su pasado y a la vez se sentía decaída por no saber nada sobre la señorita Romanoff. Tomó un poco de agua y salió de su departamento para iniciar su ruta, entre cada trote que daba sentía más fuerza en sus piernas, quizá sea hora de enfrentarla, pensó conectando sus auriculares inalámbricos al bluetooth, un lindo regalo de su mejor amigo Clint.
El amanecer le estaba sonriendo como siempre lo hacía, la calidez de sus rayos le daban pequeños roces en su piel, como si la llenaran de energía para que continuara su día sin mayores problemas. Por eso y más amaba correr a esas horas en el parque, porque sí, ya no huía de ese lugar como lo hacía antes. Estaba siendo más autosuficiente, iba a crear nuevos recuerdos en él como lo hizo en aquel parque de Metrópolis. Por cierto, esta misma semana la rubia debía viajar hasta allá y quedarse como mínimo dos semanas o tres porque debía comenzar todo para abrir la sucursal, quería cerciorarse de que todo estuviera perfecto y que se sintiera la esencia de lo que es Maximoff Magazine, una familia cálida, comprensiva y con mucha capacidad cara comunicarse. La hora se esfumó como arte de magia, debía volver a su departamento a prepararse para un día largo de trabajo. Iban a haber varias sesiones de fotos con modelos para un catálogo exclusivo de ropa interior Saturn Girl, cuyas dueñas son: Irma Ardeen y Sara Lance. Además, Wanda sabía con lo que iba lidear, muchas mujeres y eso la hacía tensarse un poco.
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Cuestion de amor | Wandanat
FanfictionWanda Maximoff con esfuerzo y todo lo que aprendió de la señorita Grant, ganó dos Pulitzer, dejando en alto su apellido. Ahora es dueña y CEO de Maximoff Magazine, importante revista que llegó a ser igual o más que CATCO. Sin embargo, no todo lo que...