La felicidad que tenían por ver despierta a la señorita Maximoff es indescriptible. Seguía siendo el mismo día solo que un poco más tarde, la castaña fue bombardeada con abrazos por sus mejores amigos que reían, lloraban, le llevaron regalos, flores y hasta chocolates, pero eso último Kate se lo prohibió hasta nuevo aviso por el tipo de medicación que debía tomar por unos días. Las únicas que no recordaba tal como le había dicho la doctora pelinegra era a Natasha, Yelena y a su pequeña hija Jane, les dolía aún sí lo entendían. Se quedaron largo rato hablando, tratando de no bombardearla con información nueva que le pudiera causar algún daño. El encuentro más esperado era con sus padres, los señores Maximoff estaban casi conmocionados de verla siendo su bella alegre hija, la que parecía no haberle pasado ningún accidente, exceptuando su delgadez, pero conociendo la forma en que comía en unos días podrá recuperar su peso y musculatura que siempre la caracterizaba. Wanda trataba de prestarle atención a los demás, pero sus ojos no paraban de buscar a la pelirroja que, le sonreía con timidez, jamás tuvo el placer de conocer a una castaña en pleno coqueteo.
Esa misma noche Natasha se ofreció a quedarse igual que siempre a despertar junto a ella por si algún motivo sufría algún tipo de crisis o dolor de cabeza fuerte. Los demás casi fueron echados por la misma pelinegra, obvio, menos a sus padres, ellos se quedaron un poco más de tiempo para luego retirarse al departamento. Por supuesto, querían planear un tipo de bienvenida cuando le dieran de alta. Después de que le inyectaron unos analgésicos para que descansara un poco, la ojiverde sacó un libro que comenzó hacía meses antes de conocerla, pero como no lo había terminado de leer tomó la iniciativa de reiniciarlo. Luego de casi dos horas la CEO Maximoff despertó, giró su cuello y la miró concentrada en la lectura, que no quiso interrumpirla. Apreciaba con lujo de detalles cada parte de su hermoso rostro y suspiró sintiendo curiosidad de saber quién era ella en su vida. Natasha se detuvo unos instantes al comenzar a sentir una profunda mirada clavada en ella, sonrió orgullosa alzando leve su ceja para levantar su mirada de la página que leía. La ojiazul le sonrió despreocupada de ser descubierta, definitivamente esta parte de Wanda no la conocía, pensó poniendo el separador en el libro para no perderse donde iba.
— ¿Descansaste bien? — le preguntó dulcemente girando un poco su cuerpo para quedar frente a ella sin quitar su posición de piernas cruzadas en la silla. La señorita Maximoff asintió mordiendo un poco su labio inferior sin quitar la profundidad de su mirada. El corazón de la ojiverde comenzó a latir tan fuerte que, desvió unos instantes su mirada de los ojos a esos labios que necesitaba volver a besar.
— Dormí bien, supongo. Aunque me duele el cuerpo de estar acostada — suspiró acariciando a como podía su espalda, al menos no se le formaron ampollas de estar en la misma posición muchísimos días. Natasha asintió desviando en veces su mirada a la portada del libro y comenzaba a jugar con las hojas. No era que se sentía incómoda, pero si se sentía extraña de que no pudieran estar como antes — Natasha... Tengo una inmensa curiosidad por saber quién eres en mi vida, ¿podrías decirme?, por favor — se atrevió a tomar su mano, siendo para ella una desconocida. Sin embargo, le sentía una confianza enorme. La CEO Romanoff se rascó su ceja divagando entre sus pensamientos si debía decirle o no la verdad, ¿qué puedo hacer?, pensaba suspirando, mirando aquel agarre que no tenía intensión de soltarse — Por favor, dime. Si estás tardando en decirme es porque eres muy importante — le dijo dulcemente acariciando con su pulgar el dorso de su mano. Natasha entreabrió su boca para gesticular, debatiéndose las ganas que tenía de gritarle: Soy tú novia.
— Sí, Wanda. Soy alguien muy especial para ti. Pero, no quiero que puedas sufrir un efecto colateral de tu amnesia — le dijo de forma cálida acariciando su cabello dejándolos lejos de su rostro. La castaña lo recostó en su palma aprovechando su acción y suspiró, no la puedo recordar, pero me encanta la sensación de su piel sobre la mía, es tan suave como una rosa, pensó dejando fluir su lado poético. Natasha contuvo el aliento y las ganas de llorar, por momentos creía que la recordaba, pero si así fuera ya le hubiera dicho.
ESTÁS LEYENDO
Cuestion de amor | Wandanat
FanfictionWanda Maximoff con esfuerzo y todo lo que aprendió de la señorita Grant, ganó dos Pulitzer, dejando en alto su apellido. Ahora es dueña y CEO de Maximoff Magazine, importante revista que llegó a ser igual o más que CATCO. Sin embargo, no todo lo que...