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Despertó. El simple hecho de intentar abrir sus párpados le costaba, culpa de la pereza. Sentía su cuerpo ligero y lánguido. Su estómago comenzó a rugir advirtiéndole sobre la necesidad de alimento. Tampoco había querido cenar en la noche. Su cabeza era un concierto de fuertes sonidos de tambores golpeando su cien acompañado del  tinnitus pulsátil proveniente de su oído. Era una bomba de tiempo a punto de estallar.

Tapó la poca luz diurna que se colaba a través de las persianas de tela vinílica colocando su antebrazo sobre sus ojos como si fuera un antifaz. Relamió sus labios sintiendo la resequedad en estos y dentro de su boca. Suspiró levantándose de la cama. Observó la ropa del día anterior aún puesta. Él jamás dormía con su ropa de día, jamás dejaba de lado su rutina diaria. Pero ahora, eso sonaba tan banal y estúpido que de tan solo pensarlo comenzó a reír negando con la cabeza.

Se desnudo lanzando su ropa al suelo de cerámicas del baño. Tampoco le tomó importancia a ese desorden. Total, ¿Qué importancia tenía ahora eso sí todo podría acabar en un instante?

No supo cuanto tiempo paso debajo del agua, pero el sonidito incesante de su móvil lo saco de esa agradable inmersión propiciando aún más su mal humor.

—¿Qué quieres?

Hubo un silencio de unos segundos del otro lado de la línea.

Debemos hablar y lo sabes.

HoSeok suspiró tomando asiento en la cama aún desecha, apenas se había puesto unos boxer y un pantalón holgado. Sojoon, su asistente personal y amigo se había enterado de los resultados y aún estaba sin saber cómo reaccionar.

—¿Sejin lo sabe?

Aun no, pero me está pidiendo los análisis o por lo menos los quiere corroborar para dar su parte.

HoSeok suspiró, sentía una jaqueca que hacía pesar su cabeza y pensamientos. No sabía que debía seguir después de esto.

—Tenemos ensayo, te veo allá.

Fue todo lo que dijo cortando la llamada luego y dejando su celular a un costado. Inhaló y exhaló un par de veces intentando sosegar su ansiedad que comenzó como un tic de mover constantemente las piernas y los pies.

Buscó ropa cómoda en su vestidor. Su bolso de siempre con sus poquitas  y necesarias cosas y salió sin siquiera comer algo. Ni siquiera respondió a los mensajes del grupo que tenía con sus compañeros de banda. Solo quería llegar y ponerse a trabajar, estar ocupado en cualquier cosa para no pensar de más.


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Lanzó su bolso sobre el largo y cómodo sillón de cuero en la antesala de su estudio. Suspiró sobando sus ojos con la yema de sus dedos. No tenía cabeza para mucho y ese día tenía que grabar una sesión de fotos y seguir con las partes que le tocaban en las canciones del nuevo álbum.

—Buenos días, hyung. —saludó JiMin entrando al estudio. Como siempre siendo el más amable y lindo. Su lindo y chiquito Jiminie. Pensar que cuando se conocieron tenían el amor y pasión por el baile pero no sé hablaban mucho, sin embargo, ahora era su más bonito dongsaeng y estaba orgulloso de todo él.

¿Suena a despedida? ¿Por qué de repente tenía esos pensamientos?

—En diez minutos a la sala de ensayos. —dijo dejándole un vaso de americano frío. El chico de labios abultados solía tener esos detalles con todos, era muy amable y cálido. Inclusive el más pequeño de todos que en ese momento pasaba por ahí.

—Buenos días, hyung. —sonrió con su característica sonrisa de conejo. A pesar de ser el menor de la banda, la fuerza y entrega que tenía a la hora de trabajar y dar todo en el escenario y la vida era admirable. HoSeok sabía que para JungKook, él era su refugio, era alguien importante para el chico de tatuajes, y le causaba gracia en el interior, porque toda esa imagen de rudeza no contrastaba con su personalidad tranquila y un tanto inocente.

ᴀ ᴅɪꜰꜰᴇʀᴇɴᴛ ʟᴏᴠᴇ ᴶᴴˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora