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Un mes, un mes había pasado desde que empezó el tratamiento, desde que comenzó con las mentiras a los demás, de fingir que se encontraba bien cuando lo único que quería era terminar con esa desidia de no saber que deparaba su futuro. De sentir dolor y cansancio, mucho cansancio físico cuando no podía ni siquiera mantenerse de pie o terminar una coreografía. Y eso lo atormentaba un poco, le atormentaba que los demás se dieran cuenta.

Pero lo sabía fingir, sabía fingir muy bien cuando él marcaba la coreografía y su posición en algunos había cambiado colocándose detrás de todos. Obviamente esa nimiedad no había pasado desapercibido por los demás, pero HoSeok sabía que decirles a la hora de aclararles las dudas. Él era la persona más sincera y franca. O lo era.

—Son las ocho y media —advirtió Hyori desde el otro lado de la sala mirando su reloj de muñeca. Apretó un botón en especial dejando que su voz se escuche al otro lado— Hobi, solo quedan cinco minutos y terminamos.

Sabía que el chico no le respondería por que debía mantenerse quieto dentro de la máquina en lo que se le administraba el tratamiento de radioterapia. Él la escuchaba pero estaba ensimismado en sus pensamientos, en imaginar escenas fuera de ese hospital y de su situación tempestuosa.

Debía volver a casa con alguna excusa nueva, puesto que salió antes de los ensayos y grabaciones. Suponía que el staff o alguno le diría a sus compañeros la razón para evitarle tener que pensar en algo.

Al terminar, se vistió con su ropa, suspiró porque está vez se sintió más débil de lo normal cuando en otras sesiones anteriores no había sentido nada. Pero tanto el doctor Hwan como su médico oncólogo le advirtieron que de a poco vendrían los síntomas secundarios y que debía cuidarse el doble a pesar de su agenda apretada.

Incluso le habían sugerido que era mejor que se tomará un tiempo lejos de su carrera para un buen posible descanso y una rápida recuperación sin la necesidad de un deterioro físico. Pero HoSeok sabía que aquello conllevaba que todos supieran la verdad y no estaba dispuesto a ello.

—Toma, puedes beber agua aunque sea.

HoSeok le agradeció el gesto a Sojoon y bebió un gran sorbo de agua dejando que el chico tomará su bolso en sus manos. De repente, tenía mucha sed y sueño.

—Hobi, mañana te espero a las seis otra vez —la enfermera sonrió— sabes que cualquier cosa me puedes llamar.

Asintió y le sonrió, Hyori era una persona sumamente amable y profesional. Se había ganado su confianza tan rápido poniendo en sus manos su bienestar.

Estar en compañía de ella y Sojoon lo hacía sentir un poco mejor.

Al cabo de media hora llegó a su casa con ayuda de su asistente, todo estaba en completa tranquilidad. Tenía un poco de hambre, pero quería evitar lo de los últimos días. Cada que regresaba de sus sesiones y comía algo terminaba devolviendo todo en el retrete.

Tomó un relajante baño quitando el olor a hospital, al cual ya se había acostumbrado luego de un par de semanas. Prendió su celular obteniendo al minuto cientos de notificaciones con mensajes y mails. Una llamada de su madre. Hacia mucho no hablaba con ella y tampoco sabía cómo hacerlo ahora.

Llámese intuición de madre, pero la última vez que hablo con ella, la mujer se había dado cuenta de que algo diferente había en la voz de su hijo. Obviamente la pregunta de si ¿Estás enfermo? Fue lo primero que salió y HoSeok con una risita irónica tratando de esconder lo penoso y  lamentable de todo se lo negó. 

A sus padres es a quien menos quería preocupar. Y sabía que estaba cometiendo un grave error, porque ellos serían los primeros en llegar a su lado para cuidarlo y apoyarlo. Pero nuevamente ese sentimiento de negación, de sentir que podía solo lo embargaba diciéndole que no era necesario decir más.

ᴀ ᴅɪꜰꜰᴇʀᴇɴᴛ ʟᴏᴠᴇ ᴶᴴˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora