CAPÍTULO 1 - GIRO DE TRAMA

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"Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón de porque son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieran. Algo en el pasado los ha hecho así y algunas veces es imposible cambiarlos".

                                                                                                                                                              -Sigmund Freud.

MIA

¿Cuál es el origen de los sueños? ¿Sera que solo soñamos a causa y efecto de mantener el sueño prolongado un poco más? ¿O tal vez nuestros sueños tengan algún tipo de significado mayor?

La cabeza me funciona a mil por hora, faltan exactamente cinco minutos antes de que la alarma de mi celular me despierte. Obviamente eso no va a ser necesario, apenas y pude pegar ojo en toda la noche. Esas voces dentro de mi cabeza no dejaban de molestar y ese sueño/pesadilla no ayudó para nada con mi insomnio.

Cinco minutos después el celular comienza a vibrar en la mesa de noche. Seis de la mañana en punto. Mi día comienza siempre de la misma manera, la misma rutina, los mismos lugares, las mismas personas. Siempre lo mismo. Es un milagro que no repita como loro los mismos diálogos día tras día. En la casa soy la única sonámbula a estas horas de la madrugada. Magnus y la abuela no se despiertan hasta las siete, yo mientras tanto aprovecho el silencio y el gimnasio para mi sola.

Estiro mis articulaciones lo necesario para no provocarme algún calambre antes de programar la máquina de correr. Conecto mis auriculares y le doy aleatorio a la pista de spotify. No tengo un género de música favorito, puedo escuchar de todo, literalmente. Magnus dice que el género musical de preferencia que tenemos habla mucho de nuestra personalidad y nuestro humor, tal vez y tenga razón, mi humor cambia cada quince minutos. A veces hasta en menos tiempo. Todo depende de cuantos idiotas me cruce en el camino. Alterno mi tiempo con ejercicios de cardio y pesas, aguanto todo lo posible en las malditas planchas, tratando de que el cuerpo no me tiemble como si estuviera desnuda en medio de un lago congelado.

La alarma del celular me indica que mí tiempo fitness termino, por lo que me apresuro a acomodar todo y apagar las luces antes de salir. Con la toalla que me cuelga de la nuca limpio el sudor de mi frente, dirigiéndome hacia la cocina donde Laura, como todas las mañanas me deja sobre la encimera mi jugo verde con su típica cara de "odio a todo el mundo". Igualmente le sonrió antes de tomarlo y llevármelo a los labios a medida que obligo a mis piernas a subir cada peldaño de la escalera hasta mi dormitorio. Ordenó la cama y dejó sobre ella tendido el vestido que voy a ponerme para esta ocasión.

En el baño instalo el bluetooth de la bocina y dejó que el celular siga mandando canciones a través de la aplicación, en lo que me desnudo y abro la ducha. Si alguien, algún día se tomara la molestia de escribir mi vida seguro desistiría en la primer ahora, ya que sería un biografía tan aburrida que ni yo misma la compraría. Tal cual como un disco rayado tomó el pote de champú y me lo aplico dos veces cuidando de masajear el cuero cabelludo con los nudillos para que no se engrase tan rápido, aplicó el tratamiento acondicionador para mantener mis rulos definidos –o al menos intentarlo–, exfolio mi piel con un producto distinto para cada zona, enjuago lo que queda en el cabello y enjabono mi cuerpo con mi jabón de baño líquido con fragancia a durazno. Envuelvo mi melena húmeda en la toalla de microfibras que la abuela me obliga a usar, ya que está obsesionada con el frizz desde que lo leyó en un artículo. Me envuelvo en el albornoz y me paro frente al lavamanos para cepillar mis dientes –dos veces–, contar a cronómetro las gárgaras con el enjuague bucal y llenarme la cara de productos innecesariamente caros que a la hora de la verdad, me hacen sentir muy bien al saber que cuido de mi aspecto.

MATICES BLANCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora