Capítulo 7

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—Vamos pequeño, debemos salir —Dijo Stiles colocando un conjunto un poco abrigado al pequeño.

El invierno estaba haciendo presencia, no quería que Mike pescara un resfriado. El doncel estaba seguro de que le daría algo, si aquello ocurría. No le importaba ser él el que sufriera, pero jamás se lo perdonaría. Primero Scott le caería un rayo, antes de que ocurriera.

—Mm.... ¿Tú crees que a Allison le guste? —Stiles levanta el pequeño cuerpo de Mike de la cama, lo acomoda entre sus brazos mientras deja diminutas caricias en sus mejillas.

Mike sonrió, dejando a la vista sus rosas encías, aquello le causo ternura al doncel. Por un momento Stiles se sentó en la cama, sin dejar de observar a su bebé, sentía una extraña sensación en su pecho, aunque no sabía de qué trataba, era como sentir un pinchazo en su pequeño. El toque del pequeño lo saco de sus pensamientos, coloco en los labios del pequeño su chupete.

—Bien mi pequeño Mike, vamos antes de que se nos haga tarde.

Stiles salió de la habitación, camino por el pasillo de la casa hasta llegar a la sala, tomo dos maletas. Una de ellas traía las cosas de su bebé mientras la otra traía las pertenencias de Stiles. El pelo castaño salió de la casa, dirigiéndose primero a su auto. Coloco las maletas primero en el copiloto y se dirigió a los asientos de atrás en donde se hallaba la silla infantil, colocando a Mike en ella.

—No me mires así, Mike —dijo Stiles mientras terminaba de arreglar y ajustaba el cinturón de seguridad.

Las manitos de Mike atraparon el rostro de Stiles y balbuceas algunas cosas inentendibles, logrando que Stiles sonriera y dejara un beso en la frente de su pequeño. Cerró la puerta del auto y se dirigió a la puerta de la casa, cerrándola con seguro. Cuando se aseguró que todo estuviera bien, entro en el auto, arranco y ya en marcha, al hotel donde estaba programado la fiesta.

Mientras se encaminaba en su auto a su destino, no pudo evitar echar una que otra mirada por el retrovisor, viendo como su pequeño jugaba con su chupete, aquello solo lo hacía sonreí.

Por un momento se detuvo al momento de ver el semáforo en rojo, no tenía prisa, así mientras que esperaba el cambio de color, golpeaba el timón al ritmo de la radio.

Stiles amaba aquella canción, el sentimiento que le llegaba a generar. Cada vez que la escuchaba un rostro se hacía presente en su mente, nada más y nada menos, que Derek Hale. Cuando parecía que la canción llegaría a su fin su móvil sonó, Stiles apago la radio y le coloco el intercomunicador en su oído y contesto la llamada.

(¡Hey Stiles!)

—Hola Scott ¿A qué se debe tu llamada?

(Solo quería saber ¿Cómo estaban? Y pues, tú sabes... ¿Por dónde estás?)

—Estamos bien —Stiles dio una mirada rápida a su pequeño, quien se hallaba dormido—. Bueno, Mike está dormido ahora.

El sonido de un claxon interrumpió su llamada, Stiles frunció el ceño molesto.

—Ese malnacido va a hacer que mi bebé se despierte —puso en marcha el auto, sin dejar de fruncir las cejas.

(Calma amigo, de seguro solo está desesperado)

—Claro y no le interesa los demás —rodó los ojos.

(¿Por dónde vienes Stiles?)

—Scott, cálmate. No hace mucho que salí de la casa y creo que como va la calle demore unos diez minutos más.

(¿Y si algo se arruina? Digo, nadie ha tocado la decoración, solo supongo)

—No toques nada. Y ya cálmate, pronto llegare —cerro la llamada.

Pequeñas ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora