Ya hemos decidido irnos a dormir, subimos a nuestras habitaciones y caigo en cuenta de que:
—Nos toca dormir juntos Obri—Habla.
—Obvio no—Hablo—Tu dormirás ahí—señaló el sofá de la habitación.
—¡De ninguna manera dormiré ahí! No tendré tortícolis solo para que tú estés feliz.
—Eso poco caballeroso de tu parte—Hablo indignada.
—Agradezco no ser un caballero.
Se quita los zapatos y se lanza en la cama.
—¿Que?—Dice cuando lo miro mal.
—¿Entonces tendré yo que dormir en el estúpido sofa?—Hablo molesta.
—Si es lo que quieres—Se encoge de hombros—Acá hay suficiente espacio para ambos.
Me mira maliciosamente.
—¡Levántate!—Digo entre dientes.
—Nop.
—Jackson eres un hombre, no seas infantil y levántate.
—Odrick eres una mujer, se madura y acuéstate a mi lado. Estás haciendo un drama, como si nunca hubieras dormido con un chico.
Me quedo callada.
Y él enarca una ceja divertido.
—¿Nunca haz dormido con un chico?
Niego con la cabeza apenada.
—¿Eres virgen?
Pregunta con asombro.
—¡No!
—¡Y como es que nunca haz dormido con un chico!
—¡Existe el sexo casual! ¿Sabes?
Grito.
Él me mira.
—Acabas de gritar sexo casual en una casa donde está toda tu familia—Se ríe—Volviendo al tema. Entonces eres de esas. No lo creo de tí, dulce Odrick.
—¿De esas?
—Si, de las que usan tu cuerpo y luego se van... Las señoritas no estoy para relaciones, solo follemos.
Abro mi boca indignada por lo que acaba de decir.
—Eres toda una fuckgirl Odrick. Que miedo.
—Callate.
Camino hacia la cama. Me meto en las sábanas, su perfume aún es intenso, y me envuelve.
—Eres peligrosa—Sigue hablando en susurros mientras mira el techo.
—Y tu un idiota.
—Auch—Hace gesto de dolor.
Su cara se voltea hacia un lado y me mira.
Mi mente viaja a aquel beso en la fogata. Me pongo de lado y lo miro.
—¿Por qué me besaste?—Pregunto en un susurro.
—Por qué quise hacerlo—Contesta.
Mis mejillas se sonrojan.
—Eres muy linda sonrojada—Dice acercando su cara a la mía.
Estamos a centímetros, siento su respiración en mis labios mientras sus ojos traspasan los míos a la vez que su mano se posa en mi cintura.
—¿Puedo besarte Obri?
No sé por qué asiento, pero un dulce y delicado beso nos toma, es lento, pausado y dolorosamente exquisito.
Sus labios cubren los míos, antes de que con su lengua repase mis labios, mis manos van a su nuca y ladeó la cabeza para profundizar el beso.
Este se vuelve más intenso, sus succiones son más fuertes y su lengua batalla con el mía. Para luego se torna desesperado, el aire no llega a mis pulmones pero no quiero dejar de besarlo.
Con gran esfuerzo me despegó para tomar aire.
Nos miramos en busca de oxígeno, su pecho sube y baja al igual que el mío.
Cierro los ojos y la cara del señor Greivis viene a mi mente.
¡Que estas haciendo!
¡Es el hijo de tu jefe!
Quito mis manos de su nuca como si él me quemara, veo que enarca una ceja.
—Buenas noche Jackson.
Digo dándome la vuelta.
Escucho que suspira con pesadez.
—Buenas noches Obri.
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Los Hijos Del Doctor Greivis.
Teen FictionSer asistente de unos de los mejores doctores de la ciudad era pan comido para Odrick. Conocer a los Greivis era lo mejor pero trabajar con ellos es todo un sueño. Quien iba a pensar que el regreso de Jackson Greivis iba a tirar todo al caño.