Corrí al baño y me mojé la cara, el hecho de que aquella señora supiera cosas ya era mucho que procesar, estaba a nada de confesar mis sentimientos por él a su madre... Sacudí mi cabeza de un lado a otro tratando de restarle importancia a lo importante y fui de nuevo a su habitación donde él dormía tranquilamente.
-Hazte un poco para allá si quieres que duerma yo también – susurre en su oído mientras acariciaba su pelo, acciones de las cuales me daba el lujo de hacer ya que no las recordaría al amanecer. El hecho de dormir juntos ya era algo a lo que estábamos acostumbrados, habíamos pasado muchas noches así y el calor corporal del otro supongo que ya era algo familiar.
-Tardas mucho, estaba calentando tu lugar Kirishima. – aquella frase me dejo perplejo, era terriblemente adorable y quería besarle hasta cansarme cosa que rebasaba nuestros limites pues solo éramos amigos.
-Eres adorable cuando estas adormilado, solo déjame acostarme y vuelve a tu posición. – le dije dulcemente mientras me metía entre las cobijas. Rápidamente Bakugou se recostó en mi usándome como su almohada, aquel habito que había tomado desde la primera vez que tuvimos que dormir juntos.
-Tu madre me ha dicho que te diera tu beso de buenas noches, así que déjame ver tu frente. – levante su cara hasta quedar a la par de la mía, y con la misma mano quite los cabellos se reposaban en su frente haciéndolos hacia atrás, con un suave toque mis labios se unieron a su -frente durante unos segundos, segundos interrumpidos por un quejido por parte de él.
Unos minutos pasaron hasta que me quede dormido.
-Despierta, Kirishima, despierta – su voz sonaba en mi cabeza y pequeños golpecitos tocaban mis hombros, entreabrí los ojos y su figura recién despierta me esperaba así que me incorpore y talle mis ojos con dificultad.
-Kirishima... no puedo dormir. – aquello me despertó por completo, escucharlo decir eso hizo que me preocupara al instante.
-Lo siento, ¿me moví mucho? – pregunté temiendo que ese fuera el motivo.
-No grandísimo idiota, no es por eso - se volvió a acostar y fue ahí cuando por el reloj de la pared me percate de la hora, 4:30 a.m., continuo -¿Recuerdas que me preguntaste sobre si estaba nervioso por el festival deportivo? – un suspiro largo salió de su interior y me señalo la cama para que volviera a recostarme junto a él mientras ambos mirábamos el techo.
Así lo hice, nuestras cabezas quedaron a centímetros, así que el siguió hablando.
-Estoy aterrado, Kirishima. ¿Qué tal si no soy el mejor? – esta vez era la primera vez que el chico que me gustaba se estaba sincerando conmigo, estaba siendo sincero porque confiaba en mí y eso me volaba la cabeza.
Gire hasta verle y el giro hasta verme, ahora nuestras caras estaban a centímetros de distancia, tanto así que podía escuchar su respiración perfectamente.
-Creo que serás el numero uno, porque eres genial, mi querido Rey Explosivo. – aquello saco una carcajada de su interior y una sonrisa sincera del mío, quizá era la primera vez que realmente estábamos hablando de algo que no era trivial o estúpido.
-Ahora, ¿crees poder dormir bien? – el rubio me miro fijo y abrió la boca como tratando de decirme algo, pero la cerró después dejando mis ilusiones destrozadas.
Sin decir nada ambos nos acomodamos, nuestras caras una frente de la otra y así nos quedamos dormidos hasta que salió el sol.
-Chicos, sé que están durmiendo bien, pero deben levantarse. – la voz gentil de la madre de Katsuki nos levantó a primera hora de la mañana. -Necesito que ambos me ayuden a hacer unas cosas. –
Bakugou se levanto con pesadez y maldijo un par de veces mientras tallaba sus ojos, era como un gatito despertándose. Ambos nos levantamos y el tema de la madrugada no se tocó, era respetable aparte de que sería seguramente incómodo para él; yo estaba completamente bien al respecto.
-Vamos, recuerdo que la semana pasada olvidaste tu ropa de entrenamiento así que la metí a lavar, está en el closet. Ve y cámbiate, esta mujer seguro quiere que hagamos el trabajo pesado. – busque entre su ropa y encontré la mía, un pantalón deportivo y una playera sin mangas color gris estaban perfectamente doblados a un lado de su sudadera favorita.
-Gracias por lavar mi ropa, procurare no dejar mas cosas aquí. No quiero causarte molestias. – antes de poder decir otra cosa fui interrumpido por el rubio.
-No me causas molestias... aparte de que creo que estaría bien si dejaras un cambio de ropa para las veces que te quedas aquí... - un sonrojo paso a mi cara y salí del cuarto con la excusa de cambiarme cuando realmente fue por que las mejillas me ardían.
-Veo que ambos ya están listos, que encantadores muchachitos. – pellizco mi mejilla con fuerza hasta dejarla roja, un bufido de parte de Katsuki no tardó en escucharse y una carcajada como respuesta de su madre sonó al instante. -Bueno... ¿les parece si retrasamos el desayuno de hoy? Necesito que me ayuden con el huerto, a recolectar fresas, frambuesas y algunas verduras ¿Estarán bien, cierto? –
Ambos asentimos con la cabeza pues en comparación de nuestro entrenamiento esto no era nada, con una canasta en la mano Bakugou me guio hasta el jardín donde estaba lo que su madre llamaba "El huerto"; un tipo de cabaña cubierta en su exterior con una especie de lona blanca.
-Vamos entra, no te quedes ahí como idiota. – hizo una pausa - ¿Estás seguro de que estas bien sin desayunar? Bueno, lo que trato de decir es que, pues a veces en las mañanas te dan mareos y cosas así, no quiero tener que lidiar con eso maldito idiota. –
Me reí un poco de él, de vez en cuando me gustaba molestarlo, pero claro tenia consecuencias como por ejemplo el golpe en el abdomen que por poco más me deja sin aliento.
Dejamos de bromear y comenzamos a recolectar las fresas, me enseño como hacerlo, me explico cómo era cuando ya estaban maduras y como saber si ya podían ser cosechadas, lo mismo paso con las frambuesas y las zanahorias. Era encantador verlo y escucharlo hablar de un tema que a mi parecer si era de su interés.
-A veces me gustaría ser una fresa – le dije sonriendo mientras sostenía una frente a mi cara.
-A veces creo que estaría bien si ambos fuéramos fresas. – me respondió y una sonrisa genuina deslumbro su cara. Era bonito, sí, él era muy bonito.
Me quede por unos segundos pensando hasta que de mis labios salieron aquellas palabras.
-Eres bonito. – le dije tratando de hacerlo con el volumen mas bajo que pude tener.
- ¿Qué...? –
Y antes de que alguno de los dos dijera otra cosa llego su madre por nosotros, el desayuno ya estaba listo.
¿Y eso Kirishima, de donde te salieron los ****** para decirle eso?. Ni yo mismo lo sé, solo que soy
un grandísimo idiota.
Después de desayunar salí disparado de la casa del rubio, mañana era día de escuela así que tenia excusa para no verle el demás tiempo del día.
-Solo soy un idiota que huye de sus problemas. – suspire mientras me removía en las cobijas. -Mañana será otro día. –
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