Los baños de las escuelas son mágicos

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Takemichi seguía empujando la puerta, pateandola y girando la perilla una y otra vez desesperado hasta que finalmente se rindió cuando escuchó una voz decirle:

—La puerta se abre desde afuera, ya deja de intentarle—. Así que paró, igualmente Chifuyu tenía razón, podría dormir un rato esperando a que acabara la clase y fuera a rescatarlo. Volteó hacia donde provenía la voz, quien ya estaba al lado de él, pero por la falta de luz y ventanas no podía ver mucho su cara más allá de lo que logró iluminar el encendedor que estaba encendiendo su cigarrillo.

Takemichi se aclaró la garganta e hizo una mueca en cuanto le llegó el olor.

—Ah, perdona, ¿Quieres?

—No... yo no jalo a esas cosas.

—Ay, es mi desayuno, ni que fuera mota, mira—, sacó otro, lo puso en la boca del otro y se lo encendió (por un momento Takemichi vio que había algo dibujado en la mano del otro) —, ya estamos iguales.

Takemichi se lo sacó de la boca y se lo devolvió.

—Es que yo... no le sé a esto.

—Nah, mira, estamos en confianza, no te apenes. Mira, yo era como tú, pero aquí estoy para enseñarte, a eso vienes a la escuela, a aprender ¿no? Por eso aquí, en confianza, yo te enseño, no te apures.

Takemichi realmente no supo cómo negarse porque sonaba bastante amable así que aceptó. Prefería causar el rídículo a oscuras con un desconocido a hacerlo enfrente de personas que podían verlo.

Tiempo después ya estaban hablando como buenos amigos, aún sin saber sus nombres, irónicamente a Take la dificultad para respirar lo soltó a hablar más.

—... Y como te decía, este cabrón que me dice que sí, que me dice que no... la verdad ni lo entiendo. Pero si me pongo a pensar quién está peor peor, soy yo porque aquí sigo de su pendejo diciéndole sí mi amor, qué pasó mi vida... Ya la verdad ni sé si se lo estoy diciendo en serio o se lo estoy diciendo en broma...

Amor en Tiempos de ConaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora