3. Hay destinos peores que la muerte.

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Al despertar lo hago sobresaltada y sintiendo que voy a vomitar, aunque lo único que sale de mi boca y nariz, es agua antes de comenzar a toser como loca.

Apoyo mis manos en el suelo esperando que mi respiración se controle, y una vez que tomo varias respiraciones profundas, presto atención en el suelo.

¿Cuando salí del agua?

Levanto la mirada lentamente, y me encuentro con cuatro hombres con el mismo uniforme que yo, están sentados a mi lado y mirándome.

Todos tienen la cara sucia, y dos de ellos llevan sangre seca en la nariz.

No son de mi equipo, los míos están muertos todos, excepto por el cobarde que me abandonó. Deben ser los que hacían rondas en el pueblo.

Pero ya no estamos en el pueblo.

-¿Estás bien?- pregunta uno.

Miro a mi alrededor intentando adivinar en que lugar de la corte estamos, pero estamos rodeados de madera. El suelo, las paredes, incluso el techo. Hay barriles por todos lados y tengo la ligera sensación de que aún escucho el agua rompiendo cerca de aquí.

-¿Cómo terminé aquí?- pregunto intentando incorporarme.

En cuando lo hago siento una presión en mis tobillos de la que no me había percatado antes. Jalo de estos, pero apenas y logro moverlos. Al mirar hacia abajo me encuentro con que estoy encadenada a un enorme tubo que va del suelo al techo.

Hay mas cadenas, y al seguirlas detenidamente, me doy cuenta de que los hombres a mi lado también están encadenados.

«Te van a matar» recuerdo la voz de mi antiguo compañero.

¿Cuando tiempo ha pasado desde que quede inconsciente en el agua? ¿Y quién me sacó de ahí?

O mas bien, ¿por qué?

No encuentro una explicación lógica para tenernos aquí. Sin embargo, el haberse tomado la molestia de sacarme del agua, o arrastrar a estos hombres hasta el barco, significa que les somos útiles para algo.

-¿Cuanto tiempo llevo inconsciente?- pregunto recorriendo cada rincón del lugar en busca de algo que pueda usar como arma.

-Como dos horas- responde uno de ellos-. ¿Eres parte de la guardia de la costa?

Frunzo el ceño al recordar la imagen de mis compañeros volando en pedazos.

-Era- me paso el dorso de la mano por la nariz y boca para limpiar el agua que he escupido antes-. ¿Quién me sacó del agua?

Me giro hacia ellos, y sólo el más joven parece saberlo.

-Cuando me forzaron a subir, tu estabas flotando en el agua, inconsciente, y encima de un baúl de madera. Un muchacho se sostenía de otro, y gritaba que los subieran- me explica-. Luego de eso no pude ver más porque me condujeron aquí abajo.

¿Abajo? ¿Y donde está la salida si pienso escapar de aquí?

Levanto la mirada y me doy cuenta de que hay una especie de tapa que está en el medio del lugar. Hay una ligera luz entrando desde ahí, lo cual me hace saber que la lluvia ha terminado, o al menos nos hemos alejado lo suficiente de ella, para que las nubes no tapen por completo el sol.

-¿Cómo te llamas?- me pregunta el mismo que me explicó todo.

Es muy joven, pero no tanto como yo. Debe tener unos cuantos años más, y supongo que en la guardia real también, ya que se nota mas musculoso.

-Thom...

No puedo terminar de responder, ya que la tapa o ventanilla que estaba en el techo, se abre dejándonos ver el rostro de un hombre con la barba mas larga que su propio cabello.

Cuarto crecienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora