Capitulo 4

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"EL VACÍO DE LA PÉRDIDA"

"Es la mañana llena de tempestad

en el corazón del verano.

Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,

el viento las sacude con sus viajeras manos."

- "20 poemas de amor y una canción desesperada", Poema 4 (fracción), Pablo Neruda.


POV BEATRIZ

Cuando llegué a El Dorado ya eran las 6 de la tarde, un poco pasadas. El cielo estaba oscuro, parecía que iba a llover. Entré y corrí desesperada, mirando entre la gente, de un lado a otro. No podía preguntar sobre un vuelo en particular pues no sabía a dónde viajaba. Después de media hora de recorrer todo el aeropuerto, paré un poco para tomar aire. En ese momento me di cuenta de un pequeño detalle, nadie sabía para dónde viajaba. Eso me hizo desesperar aún más, y empecé a caminar más lento para no perder detalle de los hombres que pasaban o que esperaban sentados.

Después de un rato mi cabeza empezó a desvariar, me paré fuera del baño de hombres para ver si salía. Llevaba 15 minutos parada ahí, la gente comenzaba a mirarme extrañada.

- ¿Que haces Betty? - me pregunté cayendo en la realidad. - Se ha ido, don Armando se ha ido.

Caminé despacio a la salida, con los brazos a los costados del cuerpo porque me pesaban. Y así, desganada, entré a mi coche. Incline el asiento para atrás y me eché a llorar.

Ahora lo entendía.

Ahora entendía como debió sentirse Armando cuando yo me fuí, porque ahora yo sabía que en ese entonces el me amaba, y al igual que el, yo tampoco sabía donde estaba, donde buscarlo.

¡Que dolor tan grande! Tanto así que las lágrimas se me agolpaban y no podían correr explosivas como me hubiese gustado, sino suaves y lentas. Me pareció que era porque aún estaba en shock.

- Cuánto daño nos hemos hecho mi amor... - dije al silencio de mi carro - Cuánto tuvo que pasar para que nos diéramos cuenta de cuánto nos amamos...

Pero ya no quedaba nada por hacer, me restaba esperar al día siguiente y ver si Sandra podía llamarlo y averiguar dónde estaba, porque me iba a buscarlo al fin del mundo. No permitiría que nada ni nadie nos volviera a separar.

- Esta vez seré yo la que se vuelve loca si no lo encuentro doctor - me dije acomodando el asiento y secándome las lágrimas.

Admitía que era yo la que debía hacer algo esta vez para demostrar mi amor. Mal o bien, el que empezó esto fue él. Las veces que yo quise cortar con nuestra aventura el fue quien hizo todo para continuar. Ahora también sabía que las últimas tarjetas fueron escritas por él. Que se volvió loco cuando no sabía dónde estaba y que seguramente me hubiese ido a buscar si se enteraba dónde estaba. Esta vez me tocaba a mi.

Y esto es lo que me da la fortaleza para seguir, porque iba a encontrarlo así tuviese que buscar abajo de cada roca.

Intenté encender el coche, pero estaba temblando, y sentía mis dedos duros, casi sin movilidad. Tenía frío, y recién ahí caía en cuenta que estaba mojada ya que estaba lloviendo, pero yo en mi burbuja no lo había notado. Entre los nervios y el frío estaba en un estado deplorable.

YSBLF: En sus cinco sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora