Capitulo 5

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"EL OÍDO"

"Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras
que digo sin quererlo ¡oh, qué bella, la vida!
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas."

- Dos palabras, Alfonsina Storni.


POV ARMANDO

No han pasado 24 hs desde que mi corazón se alejó del de ella y ya la extraño. Lo escucho latir con fuerza, como protestando, junto con esas voces que no me dejaron dormir anoche.

- Armando, ¿Ya estás dormido? - pregunta una con voz suave. La ignoro.

- Si estuviera dormido nosotros no estaríamos aquí hablando, por favor. - añade otra de voz más grave.

- No si definitivamente ya me volví loco - pienso - Para rematar.

- Sabes que podemos oír eso ¿cierto? - informa la primera.

- Bueno ¿Y ahora que te pasa? ¿Para qué lo molestas? - preguntó la segunda enojada.

- Bueno yo solo pensaba en todo lo que había pasado... ¿De verdad piensas dejar todo así? ¿Dejar de luchar por ella? - pregunta tímida.

- Otra vez tú con eso... Ya lo viste con sus propios ojos - Responde cansada la grave. - ¿Porque no mejor buscas algo mejor para hacer?

- Porque estoy triste. - confiesa la primera - Armando ¿Por qué no la llamas?

- No tu si que no entiendes, ¿Cierto? - La regañó la segunda - ¿Por qué mejor no vas a averiguar como cuántas somos? Porque con tremenda cabezota debemos haber miles...

Y así estuvieron toda la noche, entre peleas y reproches sobre el por qué me rendí con Betty, etcétera. Pero La idea que más me quedó resonando fué la de la llamada.

Sé que le prometí a Betty no volver a molestarla, no volver a llamarla, pero ¿Y si llamo y cuando conteste, cuelgo? Sólo escuchar su voz cuando responda me basta para darle energía al motor de este bote que es mi vida, y en el que yo naufrago a la deriva, dejando que el mar me lleve a los puertos que desee. Pero en las aguas en las que yo nadaría sería en las de su boca, en la isla en la que yo me perdería es en la de su cuerpo, y en el único puerto que me gustaría anclar es en el de su vida.

Hago tiempo, remoloneo en la cama, no hay nada por lo que deba levantarme. No he dormido pero no estoy cansado, me siento como en un limbo donde no siento ninguna emoción, sensación o sentimiento.

Al fin me levanto, desayuno algo tranquilo, como para sobrevivir, mientras sigo madurando la idea de la llamada.

Decido salir a hacer compras, para distraer un poco la cabeza y salgo en el carro que alquilé. Mientras voy por las góndolas de un supermercado, pienso en esas extrañas voces de la noche, las analizo, y noto como una parece intentar razonar y la otra parece ser impulsiva. Sonrío sólo al recordar el diálogo y la gente me mira. Tal vez en otro momento me hubiese importado lo que la gente hablara o pensara de mí, pero ahora ya no, quizá porque ya no tengo nada que perder. En todo caso la única opinión que me importa, ya la perdí para siempre.

YSBLF: En sus cinco sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora