⚠️LA SEGUNDA PARTE DE LA TRILOGÍA "EL PROFESOR".⚠️
Hasta hace un mes, Aylin Vega era una joven como cualquier otra. Una ambiciosa chica con ganas de comerse el mundo y con grandes expectativas de futuro, la cual deseaba convertirse en una reconocida...
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Apunto. Me concentro, debo disparar en el centro, ni un centímetro más allá. Aguanto mi respiración y aprieto el gatillo con decisión.
¡Bien hecho!
Preparo un segundo disparo. No puedo fallar. El aire fresco de la montaña invade mis pulmones y hace que esté más despierto todavía.
El sonido de mi revolver Astra 960, calibre 39 suena con eco a lo lejos y hasta parece que el ruido que mi arma emite ha cobrado vida. El disparo suena repetidamente, como si fuera un fuerte grito.
Al girar un poco mi cabeza, noto que Aylin está a unos metros.
—Ven, acércate —le digo.
Noto que enseguida hace una mueca y se encoge de hombros. Mira el paisaje que hay alrededor y no avanza hacia mí ni un centímetro.
—No, gracias. Todavía... no me encuentro muy bien cuando veo un arma.
Doy unos pasos hacia ella, al mismo tiempo que guardo mi revolver en la parte de atrás de mi pantalón.
—¿Nunca habías visto un arma hasta... aquella noche? —le pregunto a pesar de que noto claramente su fragilidad al hablar del tema.
—No, la verdad es que no —contesta.
—Pues no te vendría nada mal aprender a disparar. Siempre está bien saber defenderse, y más en nuestro país.
—¿Vienes mucho aquí? —me doy cuenta de que esta no quiere hablar del tema y en el fondo, la comprendo.
—¿A Toronto? Posiblemente una vez al año. Me gusta venir a esquiar, pero este año me parece que no dará tiempo —miro las montañas a lo lejos—. Y cada vez que vengo, me gusta practicar el tiro.
—Entiendo.
—¿Te gusta esquiar? —pregunto intrigado.
—Lo hice solo una vez, en un viaje de estudios. Viajamos al norte, a Maine —dice y se frota las manos. Tiene la nariz roja y me parece muy graciosa en estos momentos.
Enseguida le paso la mano por el hombro. Hace mucho frío e intento que entre en calor.
—¡Vaya!sí Conozco Maine —contesto y examino la cola alta que lleva. Le queda muy bien, acentúa más sus facciones.
—Te gusta mucho la montaña , ¿verdad?
—Sí, en realidad más que la playa. Me gusta mucho ir a esquiar —hago una señal con la mano.
—Lo suponía —responde.
—¿Y qué tal la tarde, la has aprovechado? —recuerdo que hace unas horas, tras el almuerzo, Aylin me ha pedido quedarse a estudiar.
—Sí, la Tablet que me has dejado me ha servido para hacer algunas tareas que tenía pendientes.
—Supongo que la próxima semana tenéis muchos exámenes.