El ruido estridente del cante de unos pájaros me despierta. Abro mis ojos y la luz cegadora se abre paso en la habitación. La cortina es demasiado traslúcida y eso hace que entreabra los ojos, cegada por los rayos suaves del sol. Me encuentro muy cansada y tengo mucho dolor de cabeza. Carraspeo y empiezo a moverme adormilada. Giro un poco mi cabeza sobre la almohada y empiezo a estirarme. Cuando consigo abrir los párpados totalmente y ver con más claridad, me topo con su rostro. La cara de Alex está a solamente unos centímetros de la mía y puedo juzgar por su respiración calmada que está durmiendo plácidamente.
Escucho su respiración. Me quedo un momento admirando su rostro tan perfecto y... ¡carajo!
¿Qué pasó anoche?
Un temblor repentino se apodera de mí en el mismo instante en el que recupero un poco mi conciencia y empiezo a recordar fragmentos de la noche anterior. Doy un brinco cuando siento su cuerpo impetuoso moverse a mi lado y noto su mano alcanzándome por debajo de la manta suave. Alex acaba de colocar sus dedos sobre mi abdomen. Echo la manta a un lado con desesperación y constato que estamos los dos completamente desnudos, e incluso su miembro está erguido. Posiblemente, debido a mi movimiento brusco, lo acabo de despertar. Entreabre los ojos, semidormido, y se apoya en el antebrazo.
—Buenos días —dice con un hilo de voz.
En este momento noto pequeñas agujas en mi cabeza y siento un dolor severo de estómago. La cabeza me está dando vueltas y el temor de que anoche pudo pasar algo se apodera de mí.
—¿Nos acostamos? —le pregunto rápido y lo fijo con la mirada.
No recuerdo casi nada y mis sesos estallarán de un momento a otro. Este queda sorprendido con mi pregunta tan inesperada y se apoya en sus brazos, elevando más su cuerpo. Al mismo tiempo, comienza a frotarse los párpados con una mano.
—¿Qué quieres decir? —carraspea.
—Alex... nos acostamos, ¿verdad? —estoy consternada y arrepentida por mi estupidez y mala decisión de probar el maldito alcohol en la fiesta. De lo contrario, no estaría en esta situación y no tendría tantas lagunas mentales.
¡Mierda!
—¿Es tu manera de darme los "buenos días"? —dice enseguida y roza mi cintura con su brazo fibroso. De alguna manera, me obliga a tumbarme de nuevo sobre la cama. Me atrae hacia él y siento la calidez de su cuerpo.
—Contéstame, por favor... —le digo y me esfuerzo en recordar qué narices pasó anoche.
Todo esto es una señal bastante clara de que no me puedo volver a pasar con el alcohol. No me faltan más de dos copas para quedar anulada y eso no es nada bueno para mí.
—¿En serio me estás preguntando eso? —dice este y entrecierra los ojos. Me mira curioso—. ¿No recuerdas nada?
Empiezo a tener flashbacks. Ahora mismo me tiene pegada a él y el tacto de su piel hace que me acuerde de fragmentos sin ninguna lógica sobre lo sucedió: sus brazos sujetándome, sus labios sobre mi cuello, su manera de embestirme, sus dedos invadiéndome, la humedad de su lengua, su respiración sofocada, mi trasero chocando contra el armario con cada estocada suya en mi interior... ¡oh no!
—¡Sí que lo hicimos! — exclamo y me apoyo de nuevo en mis antebrazos —¡Jo- der!
—¡Aylin! —escucho su voz y noto como se le escapa media sonrisa. Está extrañado por mi actitud.
Quito la manta que nos arropa de un golpe y me levanto de la cama arrepentida. Lo miro desconcertada y maldigo en mi mente.
—¡Al final falté a mi palabra! ¡Al final lo conseguiste! —digo enloquecida y me llevo las manos a la cabeza, poniéndome de pie.

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Ares
Romance⚠️LA SEGUNDA PARTE DE LA TRILOGÍA "EL PROFESOR".⚠️ Hasta hace un mes, Aylin Vega era una joven como cualquier otra. Una ambiciosa chica con ganas de comerse el mundo y con grandes expectativas de futuro, la cual deseaba convertirse en una reconocida...