15. TE DETESTO

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—¡Felicidades a la mejor amiga del mundo mundial, la más guapa y lista! —escucho la voz risueña de mi amiga en el teléfono—. ¡Aunque también un poco terca, pero se le perdona!

—¡Feliz cumpleaños, primor! —también oigo a Rebe de fondo—. ¡A la vuelta lo celebramos, Lyn!

Me río. Dios mío, no me lo puedo creer. Hasta se me ha olvidado que hoy es mi cumpleaños. Me llevo una mano a la cabeza, mientras me muevo violentamente por el tambaleo del coche. Alex está conduciendo como loco, intentamos salir deprisa de la ciudad y, mientras estoy hablando con las chicas, noto que me está mirando en el espejo retrovisor.

—¡Ahhhh! —exclamo y sonrío— ¡Muchas gracias! ¿Cómo que estáis juntas? —me echo un poco para atrás en mi asiento. Intento relajarme un poco y disfrutar de la llamada de mis amigas.

—Sí cari, le dije a Rebe que viniera a la ciudad —habla Bert, pero no se le escucha muy bien, porque Rebe está balbuceando algo de fondo.

—¡Hoy día de compras, yujuuuu! —grita esta en el teléfono.

—¿Cómo? —pregunto divertida—. Rebe, ¿desde cuándo estás interesada en comprar ropa?

—¡La convencí, sí! —la sigue Bert.

—Tampoco es eso —le corrige Rebecca—. Más bien, yo estaba interesada en visitar Staten Island. Y para conseguir que esta zorrilla que tengo delante me la enseñe, me propuso acompañarla. Seguro que me llevará a rastras por toda la ciudad, buscando desesperada los mejores vestidos.

—¿Qué? —escucho a una Bert indignada—. A ver, Rebe pronto llegará la Navidad, así que ya sabes que tendremos muchas cenas y fiestas. Hay que estar preparadas. ¡Antes muertas que sencillas!

—Rebe, ten cuidado con la italiana —digo burlona —. No te va a soltar en toda la tarde, ¿te habrás traído calzado cómodo?

—Sí Lyn, imaginaba que iba a ser así —contesta Rebe resentida y me empieza a dar pena.

—Oye, oye vosotras dos no me critiquéis tanto, ¡que os estoy escuchando! —musita Bert molesta.

Mi risa suena con fuerza en el coche. Alex me vuelve a mirar enojado y de repente recuerdo qué puñetas hay en el asiento del copiloto. ¡Mierda! Me llevo la mano a la boca.

—¡Lyn, vente! Long Island tampoco está tan lejos de aquí —dice mi amiga de repente.

—No, Rebe... en realidad no estoy en Long Island, me he ido unos días de viaje con mis padres a Maine.

—Ahhh comprendo —dice esta deprisa—. ¿Y cómo lo estás pasando?

—Eso, eso —escucho a Berta de repente, aunque la cabrona sabe muy bien que en realidad estoy con Alex.

Me ruborizo y me llevo la mano a la frente. Aprieto los labios incómoda, y pienso que ¡joder! que otra vez debo mentir.

¿Qué podría decirles? Obviamente no la verdad. 

Ahhhh amigas... sabéis, me lo estoy pasando de escándalo. ¡Es el mejor cumpleaños de mi vida! En las últimas dos horas he hecho de todo: he follado como loca en un jet y me han azotado el culo con un cinturón a las once de la mañana. Seeeehhhh, a modo desayuno. Es que mis desayunos son especiales. Aunque también ha sido incómodo cuándo he tenido que dar la cara con los empleados de Alex, ¡imaginad! Tener que verles tras gritar y gemir como desquiciada unos minutos atrás, al tener el mejor orgasmo de mi vida. Y en realidad, esta es la parte positiva de mi cumpleaños. No me puedo quejar, obvio. La peor parte es que nos han disparado en plena luz del día en una de las carreteras más concurridas de Boston y... ¿qué creéis? Ahora mismo estoy en un coche lleno de agujeros y hay un muerto en el asiento del copiloto.

AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora