16. ME LO DEBES

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—¿Cómo me veo? —pregunto enérgica y me paso la mano por el pelo.

—El rojo te sienta muy bien —contesta Alex, tras posar la vista sobre mí y abrocharse los botones de su chaqueta de traje negro.

El algodón de la falda larga y el jersey del mismo color no abriga mucho, pero no es un problema, ya que la reunión es abajo, en el mismo edificio del Templo. Vuelvo a mirarme satisfecha, dando los últimos retoques a mi vestimenta.

—Además, me recuerda mucho al día en el que te propuse ser mi asistente —me dice este y se acerca con pasos lentos, rodeando mi cintura por detrás—. Recuerdo que ese día llevabas un vestido rojo... y ahmmmm un cinturón negro, creo.

—¡No me digas! —exclamo— ¿De verdad recuerdas la ropa que llevaba hace dos meses?

Mi cara de incredulidad habla por sí sola. ¡Cómo envidio su memoria!

—Sí —dice como si fuera algo muy normal—. El primer día de clases llevabas un vestido negro de manga corta, bastante ajustado. De aquel que parece una camiseta, parecía muy cómodo y encajaba a la perfección con tu silueta — añade y coloca la cabeza sobre mi hombro.

Lo fijo con la mirada en el espejo y pego más mi rostro al suyo. Su piel cálida me reconforta.

—Me resulta muy raro que recuerdes todo eso —digo impresionada.

—Sí, pero sin duda mi preferido fue el rojo. Marcaba muy bien este culo respingón —me sonríe y me da una palmada sobre las nalgas.

—Sí que tienes muy buena memoria.

—Tengo memoria para lo que me interesa. Y.... —pone los ojos en el techo intentando recordar aquellos momentos—... la verdad es que me quedé muy trastornado aquel día. Me acuerdo que cuando te fuiste, me tomé otras dos copas más en mi despacho de Harvard. Hasta me puse a jugar a juegos de ajedrez online, por tal de olvidarme de ti.

—Pero si me habías conocido el día de antes —comento muy extrañada y lo miro boquiabierta, sin poder creer que yo había producido el mismo efecto en él que él en mí.

A ver, el que yo babee por él era normal, todas mis compañeras lo hacían, hay que reconocer que Alex es cañón, tiene un atractivo increíble. Entonces, me despego un poco de él y lo miro con interés. Mientras, él echa un vistazo al reloj, supongo que está vigilando la hora de la quedada.

—Lo sé—dice al ver mi cara anonadada—. Es verdad que el primer día me llamaste la atención, pero al mismo tiempo también me cabreaste mucho con tu actitud despistada y torpe. Pero el segundo día fue... uffffff —bufa y pone una mueca. Hasta afloja un poco el nudo de su corbata.

—¿Qué pasó ese día, Alex? —me cruzo de brazos y me río. Me complace bastante saber sus pensamientos y qué sintió aquellos primeros días de clases.

Lo sigo escuchando expectante.

—Me sorprendió mucho ver tus resultados en los exámenes. Me impactó. La mejor nota de la clase y uno de los dos aprobados.

—¿Cómo interpretar eso, acaso no tengo cara de lista, o qué? —le riño muy altanera.

—¡No, todo lo contrario! Pensé que eras completa. Para mí, eras perfecta. Y después, cuando subiste a mi despacho y conversamos un poco más, tu alegría me cautivó.

—Jáaaa —contesto divertida y al mismo tiempo me coloco unos pequeños pendientes dorados— ¡No me lo creo, señor Woods! Me hiciste pasar unos momentos muy incómodos en tu despacho aquellos primeros días. Hasta pensé que tenías ganas de echarme, en vez de trabajar conmigo.

AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora