La última vez que vi a una persona fue hace un mes más o menos. Estaba caminando relativamente cerca del centro por la tarde, buscaba un lugar para dormir, no quería estar en medio de la carretera expuesto a todos los peligros posibles. Escuché un ruido a mi derecha, era diferente a los ruidos de los zombis, que son muy lentos si están solos y todo un peligro si van en grupo.
Me quedé paralizado, no tenía idea de qué demonios pudo haber sido eso, ¿algún animal?, ¿un superviviente? De la calle de donde provino el ruido salió corriendo una sombra. Rápidamente pude ver que se trataba de un hombre, cuando estuvimos frente a frente se detuvo. Me miró. Lo miré. Estaba agitado. Volteó hacia atrás como si estuviera huyendo de algo. Volvió a verme. Y siguió corriendo hacia mi izquierda.
Cuando se alejó lo suficiente como para que pudiera dejar de verlo seguí hacia adelante, pero esta vez corriendo, no quería averiguar de qué huía ese hombre.
La verdad estoy bien solo, realmente no me hace falta estar con alguien más, ya tengo suficiente conmigo mismo, a duras penas logro conseguir recursos para sobrevivir.
Ya está atardeciendo, debería buscar dónde pasar la noche. Al estar por las afueras de la ciudad es más fácil encontrar casas, coches o simples rincones. Algo que me vendría bien es un saco de dormir, hay noches muy duras en las que solo puedo hacerme un ovillo esperando a quedarme dormido pronto.
Es tentador entrar a las casas que se quedaron con las puertas abiertas a causa del pánico, pero no estoy muy seguro de querer revisar todo el lugar en busca de zombis. Una vez me pasó, entré a una casa pequeña después de no escuchar ni un solo ruido, caminaba lentamente en espera de oír algo, por precaución empuñé el cuchillo, abrí las puertas de todas las habitaciones. Nada. Entonces llegué al baño, abrí la puerta, un zombi estaba parado en la bañera. Al escuchar el ruido se giró y se abalanzó dispuesto a atacarme. Le clavé el cuchillo en el pecho. Lo pateé con fuerza para sacar el arma. Cayó. Intentó levantarse, sin éxito, lo había atacado justo en el corazón.
Después de ver que ya estaba completamente muerto cerré el baño, no entré todo el tiempo que estuve en la casa, a la mañana siguiente salí a orinar un poste de luz y me fui.
No tengo muchas ganas de entrar a una casa y repetir lo del zombi en el baño. Para mi suerte encuentro una camioneta Ford, a través del polvo puedo distinguir su color rojo anticuado. Lo más seguro es que su dueño no se haya tomado ni la molestia de ponerle seguro mientras escapaba del caos. La basura de unos es el tesoro de otros.
Limpio la ventana del conductor para poder ver por dentro, lo sabía, ni siquiera quitó las llaves, no me servirá de nada, no debe tener nada de gasolina y lo que menos quiero ahora es hacer el suficiente ruido como para que un montón de zombis cercanos vengan por mí.
Abro la puerta trasera, huele a viejo, eso no es ningún problema cuando podré dormir relativamente cómodo con mi propio calor corporal guardándose dentro de la camioneta. Lanzo las mochilas dentro y en seguida entro yo, cierro la puerta y pongo el seguro, no vaya a ser que alguien quiera aprovechar una camioneta en medio de la calle. Si quieren forzar una puerta, mínimo estaré despierto.
Me acurruco y cierro los ojos, cada vez que es momento de dormir me vienen a la mente recuerdos de cómo era mi vida antes de toda esta mierda. La preparatoria a la que iba, mis padres, Sara y Adam; mis amigos. Recuerdo que por calles similares a esta solíamos salir en nuestros skates y pasábamos horas riendo, platicando, siendo felices.
Me limpio las lágrimas y me concentro en dormir, mañana será otro día.
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Me despierto al amanecer, me siento y me estiro; esta noche fue mucho más cómoda que las dos anteriores, tuve que juntar cartones y dormir en callejones apestosos, húmedos y fríos.
No tengo ganas de salir de la camioneta, me siento más seguro aquí. Busco en la mochila vieja algo para desayunar, omito las latas de sopa, no voy a calentarlas ahora. Me fijo en unas donitas espolvoreadas, es mejor que nada, además es mejor comerlas antes de que caduquen. Cuando acabo salgo de la camioneta.
Esta mañana es más calurosa que ayer, parece que ya está terminando la temporada de lluvia. Me quito la sudadera y me la amarro a la cintura, me huelo la playera, ya es hora de cambiarla. Me la quito y busco en la nueva mochila qué ponerme, tomo una de tirantes y me la pongo, hace bastante calor.
Ahora no sé a dónde ir, como siempre. Creo que sería buena idea empezar a acercarme al centro de la ciudad, siempre que pueda evitar a los zombis estaré bien. Me encamino hacia el centro.
Mientras me muevo las calles son cada vez más tristes, en ellas puedo ver la vida que había antes de que todo esto empezara.
Hace unos meses pasaban en los noticieros imágenes de científicos en Asia estudiando la cepa de un virus que creían había matado gran cantidad de ganado. Nadie sabe exactamente qué pasó, pero uno de ellos se infectó. Al principio mostraba síntomas parecidos a la rabia, pero con mayor intensidad. Pasaron dos días y entonces comenzó lo feo, eso ya no era un hombre, esa cosa atacó a sus compañeros y los infectó también.
Dos semanas después las fronteras comenzaron a cerrarse, pero fue inútil, los zombis en grupo son demasiado fuertes, incluso para las fuerzas armadas. Los gobiernos comenzaron a caer y junto a ellos la sociedad.
Fue hace cuatro meses cuando Adam, Sara y yo tuvimos nuestra última conversación, poco tiempo antes de que la infección llegara a la ciudad. Estábamos aterrados, nada era seguro y lo único que queríamos era sobrevivir. Adam se puso a recordar desde cómo nos conocimos hasta la película que habíamos visto en el cine dos semanas atrás, parecía que se estaba despidiendo, le dije que no continuara, no era una despedida, estaba seguro de que nos volveríamos a encontrar. Qué equivocado estaba. Me gustaría regresar en el tiempo para poder despedirme y decirles cuánto los amaba y lo agradecido que estaba por que nuestras vidas se encontraran.
Ahora solo me queda seguir adelante y luchar por sobrevivir estando solo, aunque muy en el fondo tengo la esperanza de encontrarlos algún día, pero la realidad es que eso es prácticamente imposible.
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Estoy vivo
Science-FictionCorre. Escóndete. Resiste. Sobrevive. Axel se ha quedado solo en medio del apocalipsis. Ahora debe enfrentarse a los peligros de la ciudad. Debe sobrevivir sin nada ni nadie. Después de varios meses solo ha perdido toda motivación para seguir adelan...