BAJO EDICIÓN: The rescue {Sarita y Franco - Pasión de Gavilanes 2}

VII: Los traumas de Franco

  Los dos hermanos Reyes Elizondo se miraron entre sí por algunos segundos, antes de volver la vista a sus padres. La vista de Gaby se posó sobre las manos de Sara y Franco, entrelazadas.

¿De que se habían perdido?

–Mamá, no entiendo nada -habló Andrés-

–Vamos a sentarnos, tenemos mucho de qué hablar.

Sara guió a Franco hacia el sofá, el menor de los Reyes no podía quitarle los ojos de encima a sus hijos, y ellos tampoco podían dejar de verlo mientras se acomodaban frente a sus padres. Franco solo quería correr a abrazarlos a ambos y decirles cuánto los amaba, pero se contuvo, tenía suerte de que sus hijos no lo hubiesen echado a patadas.

–Yo... comenzó a hablar Franco, notoriamente nervioso-

–Amor, ¿quieres que comience yo? -preguntó Sara mirándolo, a lo que Franco asintió-

Definitivamente los hermanos no comprendian lo que estaba pasando, sus padres estaban separados, su padre los había abandonado, hace tan solo una semana Sara estaba deshaciéndose de todo lo que le recordase a Franco.

¿Que hacían con las manos entrelazadas y hablándose bonito?

–Sé que estan confundidos, sé que esto -Señaló refiriéndose a ella y Franco- no es algo que esperaban volver a ver, pero créanme, todo tiene una explicación. Su padre ha estado preso los últimos tres añ-

–¡¿Qué?! -gritó Gaby interrumpiendo de esta manera a su madre-

–Gab -Por primera vez en años, Gabriela Reyes escuchó a su padre llamarla por aquel apodo que solo él usaba- Por favor, deja que tu madre hable

–A su padre le tendieron una trampa, hace algunos años, cuando fue a comerciar en otro país. Alguien falsificó algunos documentos, y su padre fue acusado de hacer negocios sucios en aquel lugar.

–Me fui porque no quería que ustedes supieran donde estaba -agregó Franco- creí que era mejor que me odiaran, a que sufrieran sabiendo donde estaba metido. Quiero que sepan que yo jamás deje de amarlos, ustedes tres son lo más importante que yo tengo en la vida.

Algunas lágrimas rebeldes comenzaron a descender por las mejillas de Franco, y Sara acercó su mano a su rostro para secarlas una por una, mientras él intentaba encontrar las palabras adecuadas para seguir la conversación.

–¿Hablas en serio, papi? -preguntó Gaby, intentando reprimir las ganas de correr a sus brazos-

–Mi niña, no existe nada en este mundo que pueda hacer que yo deje de quererlos, los amo con cada fibra de mi ser.

Gaby no pudo seguir resistiendose luego de escuchar a su papá decirle "Mi niña" se levantó de su asiento y corrió a los brazos de su padre, abalanzándose sobre él para abrazarlo. Franco soltó un pequeño quejido debido a la efusividad de su hija, pero se aferró fuerte a Gaby.

Andrés miraba a su padre y su hermana, sin saber qué hacer. Sara, con cuidado de no interrumpir el abrazo de Franco y Gaby, se levantó y fue hacia su hijo, para agacharse junto a él, quien seguía sentado en el sofá.

–Tu papá ha sufrido tanto como nosotros, mi amor, él nos lastimó mucho, lo sé, pero para él esto no ha sido fácil.

–¿Lo ha pasado tan mal como para merecer que lo perdonemos tan rápido? -preguntó Andrés sin quitarle los ojos de encima a su padre-

–Tu papá ha pasado los últimos años de su vida encerrado por asegurarse de que nosotros estemos a salvo, tu padre está lleno de traumas, no es el mismo, lo han quebrado en mil pedazos, no soy quien para obligarte a perdonarlo, pero te aconsejo que le des una oportunidad, porque alejarlo de ti te hará más daño a ti mismo que a él, mi amor