Promise

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El violín y el piano se volvían uno solo para interpretar sentimientos abstractos que harían que el público pudiera compartir su dolor, felicidad, enfado, o cualquier cosa que ambos quisieran producir en los oyentes si se lo propusieran.

Una sinfonía exquisita acababa de ser producida por el dúo de músicos Gon Freecss y Killua Zoldyck, y como siempre, no decepcionaron a su público.

Su nueva canción parecía una danza suave llena de esperanza, es lo que opinaba uno de sus más fieles amigos en cuanto escuchó la sinfonía.

Ante él, se trataba de dos almas heridas que trascendieron los años para buscarse mutuamente, un amor prohibido que no pudo ser, ambos se acercaron en cada una de sus vidas y estando a tan solo un toque volvían a sufrir el mismo destino desolado de la separación como un rollo de película. Era una melodía tan frustrante que daba rabia, pero también le hacía creer que había una luz al final de ese largo y cruel destino.

Y daba aún más rabia después de saber que esto último era cierto.

Kurapika, un pequeño dios que por siglos ha intercedido por la unión de esos dos humanos que no han hecho más que amarse cada vez más con el pasar de los años.

Odiaba ser un mero espectador que en nada podía ayudar, solamente miraba como el tiempo se agotaba para concluir la historia con una tragedia. ¿A caso no había forma de cambiar el destino?

Gon y Killua fueron los mejores amigos, desde el momento en que se conocieron congeniaron debido a su visión única de la música.

Había algo en el uno que era atrayente para el otro.

Sus almas gritaban justicia por sus vidas pasadas, se encontraban tan cerca uno del otro más era imposible para ellos estar juntos de la forma en que hubieran deseado al no recordar nada del pasado.

Pero el anhelo era evidente a la hora de crear una nueva música.

Dicen que el arte expresa los sentimientos más profundos de su autor.

Esa tarde, Gon y Killua recibieron abrazos, flores y vitoreos de admiración, eran las celebridades del momento.

Para celebrar su ascenso al estrellato, sus amigos organizaron una fiesta entre sus conocidos más cercanos.

De alguna forma terminó siendo celebrado en un gran salón lleno de sus allegados, Gon tenía la habilidad de hacer amigos en cuestión de segundos, por lo que no era de extrañarse que varias personas hubieran asistido de su parte.

Killua en cambio había invitado a unos cinco o seis conocidos.

La música era alegre, ambos bailaron y charlaron con sus invitados las primeras horas de la celebración, siendo unos anfitriones excepcionales.

—Kurapika, has mirado constantemente el reloj, ¿Todo anda bien?— preguntó el estudiante de medicina.

El rubio se sobresaltó al eschuchar la voz de su amigo, era hora, finalmente sabría si el momento había llegado. Deseaba con todo su corazón que así fuera, esos dos habían tenido suficiente, necesitaban vivir su amor arrebatado.

Lo único que podía hacer era esperar.

Todo el pasillo se llenaba de risas mientras ambos músicos corrían hacia las afueras del lugar. Era el principal motivo por el que Gon había pedido celebrar en ese lugar, el campo abierto, mas no tuvo tiempo de disfrutar de un paseo debido a que tenía que velar por la comodidad de sus invitados. Hasta ese momento.

Fue solo una mirada la que confirmó que Killua deseaba lo mismo y huyeron rápidamente de la gente que no entendía lo que sucedía al verlos correr hacia entrada principal, no se atrevían a preguntar a dónde se dirigían.

—Vaya, me siento como un infante— decía Killua con una voz rasposa tratando de regular su respiración.

Gon sonrió y comenzó a explorar con la mirada los alrededores. Habían llegado a una pequeña arboleda donde lo único que se escuchaba era el canto del grillo y la melodía de las hojas meciéndose. El clima era cálido, realmente parecía ser el clima perfecto. El olor a tierra y humedad le recordaban a su hogar en isla ballena. A su tía, a su abuela, a su hogar.

Se tiró de espaldas sobre el pasto buscando mezclarse con la naturaleza, Killua al escuchar un golpe sordo levantó la vista, para encontrarse el cuerpo de Gon tirado en el suelo,  corrió rápidamente hacia él pensando que podría haber tropezado. Después de todo, era bastante torpe a veces.

—¿Estás...— no pudo terminar su pregunta, ya que fue tirado del brazo por el pelinegro cayendo sobre el cuerpo de su amigo.

Las luciérnagas que pasaban cerca iluminaban el rostro de ambos hombres, la luna en ese momento apareció entre las nubes, todo a su alrededor pareció crear un ambiente perfecto, ninguno soltó una sola palabra, ambos parecían mantener la mirada fija en el rostro del contrario, el uno poseía una sonrisa dulce y las mejillas coloreadas de un suave carmín, sus ojos acaramelados parecían brillar más que nunca. El otro parecía brillar con la luna, si piel pálida había cobrado un fuerte color rojo, su expresión parecía un hermoso poema indescriptible para Gon.

—¡Idiota! ¿¡Qué tratas de hacer!?— Killua hizo el ademán de levantarse tras percatarse de la situación comprometedora en la que se encontraban, pero Gon le sujetó ambas mejillas y lo miró fijamente impidiéndole continuar con esa acción, el albino ante la vergüenza no podía siquiera mantener por más tiempo la mirada, por lo que la apartó, siendo atraído por algo más, sus carnosos labios, esto no estaba bien.

Killua nuevamente había tenido tales pensamientos equívocos para un hombre.

Además, el hombre con quien fantaseaba era su mejor amigo y colega, no quería que aquel lazo que los unía se rompiera por algo tan estúpido como ese sentimiento que fuertemente se había alojado en su corazón.

Gon pareció bastante serio de repente, un gran debate se desataba en su cabeza.

—¿G-gon?— inevitablemente su voz salió temblorosa —¿Qué sucede?—.

El nombrado entonces habló por fin, su voz era suave y profunda a la vez.

—¿No es algo obvio?— dirigió una de las manos que se encontraban en las mejillas del albino delicadamente hacia su nuca, acariciando sus hebras platinadas, lo atrajo ejerciendo casi nula fuerza ya que Killua no opuso resistencia, quedando sus rostros casi pegados, a este punto el ojiazul tenía claro lo que sucedería, pero antes de dar el siguiente paso, Gon habló una vez más —Te amo, te amo de la cabeza a los pies, amo tus hermosos ojos, tu cabello único, tu suave piel, amo verte sonreír, siento que nací únicamente para encontrarte y— confesó con una media sonrisa y los párpados entreabiertos, no pudo continuar más ya que sus labios habían sido callados con los del Zoldyck. Un beso que empezó con suavidad se volvió uno de anhelo, sus pechos se llenaron de gozo y un par de lágrimas empezaron a fluir. Un mar de memorias llenas de dolor habían invadido sus cuerpos.

En cada una de sus vidas fue su primer beso el que daba un cese al palpitar de sus corazones. Pero esta vez fue diferente, ambos continuaban con vida.

Después de varios besos continuos llenos de ese amor que por mucho tiempo habían contenido, azul y naranja se miraron finalmente. Gon se aferró a Killua, y él lo acunó colocando su mentón sobre el cabello del moreno, se abrazaron aferrándose como si su vida dependiera de ello.

—Lo prometí, te buscaría en cada una de mis vidas.

Pequeñas historias KillugonkilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora