CAPÍTULO 4 (PARTE 1)

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Veía el tutorial del vídeo con muchísima atención y cuidado, colocaba tal cual indicaban las sombras de colores en sus párpados mientras esperaba que el resto de su rostro absorbiera las cremas para tener la piel hidratada y preparada para el maquillaje.

Si hubiese sido la de antes habría sacado cita en un salón profesional para que la peinaran y maquillaran.

Sin embargo, no consideró que la ocasión ameritara por completo el gasto innecesario en ello... a pesar de ser el día de su boda.

Cuando terminó con los ojos iba a comenzar con el resto del rostro, pero una llamada le entró en el celular por lo que pausó el vídeo en su laptop.

—¿Hola?

—¡Hoy es el día! Mi princesa, lamento muchísimo no poder estar ahí hoy.

Kate sonrió de inmediato.

—Papá, sabes que les rogué hasta el cansancio que no hicieran tanto alboroto por esto. Es sólo un concurso.

—Sí, yo sé, pero todo fue tan rápido que no pude cancelar el maldito viaje de negocios al que voy en camino, me habría encantado reprogramarlo para estar presente contigo. Por cierto, quizá tu madre llegue un poco tarde a la ceremonia, la pobre está viendo la manera de partirse en dos para estar contigo y esperar a que salga mi vuelo.

—Dile a mamá que no es necesario que venga, de verdad.

—De ninguna manera, Katherine. Estaré ahí al menos cuando salgan de la ceremonia —escuchó la voz de su madre en el fondo.

Su padre rio.

—No puedo creer que se hayan tomado la noticia tan bien... muchas gracias por comprenderme, papá.

—Oh, cariño, pero claro que estoy hecho una furia internamente —el tono de voz tranquilo hizo que Kate abriera los ojos, sorprendida—, pero has hecho mucho progreso en ti y mi felicidad por verte bien es más grande. Aunque no te libras de nada, princesa. A penas conozca a tu esposo lamentará el no haberme conocido antes para hablar sobre planes de boda.

Kate titubeó, pero la voz de su madre volvió a hacerse audible en el fondo:

—No le hagas caso a tu padre, querida. Respetamos tu decisión.

—Yo no —contestó inmediatamente él.

Se despidieron y terminaron la llamada.

Kate aún estaba un poco desconcertada por la reacción de su padre, pero no podía perder más tiempo. Tenía que estar lista en una hora para llegar a tiempo, iba a pasar en la primer ronda por lo que su turno era de los primeros.

Solamente harás acto de presencia, deja que Nick te vea con el vestido y te vas inmediatamente, será algo bastante sencillo, pensó.

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Caminaba con las manos en los bolsillos del pantalón, llevaba su portafolio debajo del brazo y tenía la mirada perdida.

Estaba tan cansado como para sentirse frustrado, triste o enojado por no haber tenido éxito en la entrevista de trabajo.

Todo comenzó un día anterior. Como era costumbre sus roomies hicieron fiesta, a medida que pasaban los minutos y daba vueltas en la cama no encontraba la manera para dejar de escuchar la música a volumen peligrosamente alto.

Por lo que introdujo los tapones de oído con tanta fuerza que se le quedaron atorados en el canal auditivo, lo que provocó que fuera al hospital para que se los sacaran y estuvo esperando 3 horas para que por fin lo atendieran. Y, por si fuera poco, al volver al departamento, la fiesta seguía.

Roomies sin romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora