CAPÍTULO 5

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—Pero no entiendo, ¿por qué te vas? Creía que te caíamos bien —dijo una voz teñida de lamento.

Will se encontraba empacando en cajas las pocas pertenencias que tenía, por suerte Kate le ayudaría a llevarse los muebles de la habitación más tarde. A excepción de la cama, el librero que le costó ahorrar tres quincenas, el escritorio y la silla, la habitación se encontraba casi vacía.

Will levantó el rostro hacia la puerta. Observó de pie en la puerta aquellos jóvenes con rostros penosos.

Qué exageración, ni siquiera me llevaba mucho con ellos.

—Conseguí otro lugar para vivir —respondió encogiéndose de hombros.

Otro de ellos suspiró.

—Extrañaré esa autoridad fingida. "No dejen comida en la mesa", "laven los trastes", "por el amor de dios recojan su ropa", "ya no hagan más fiestas" —imitó la voz de Will—. Sé que hacías un esfuerzo por hacernos sentir que aún vivíamos con nuestros padres.

Will contrajo el rostro con incredulidad, pero todos asintieron inocentemente. Dejó salir un suspiro.

—Supongo que nos podremos ver de vez en cuando.

Los chicos sonrieron.

—¡Es cierto! Tenemos tu número... Así que no te olvides de nosotros, por favor.

Will asintió, sacó el celular y discretamente los desbloqueó de sus contactos. Los chicos se despidieron de él y cada uno fue a su respectiva habitación.

Se tomó un segundo para observar el pequeño cuarto que había sido su hogar por un breve periodo. Aún no podía creer que encontrara una salida fácil y riesgosa para huir de ahí. Sin embargo, quizás comenzara a entender que eso de las oportunidades se presentan sólo una vez.

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Los pasos hicieron eco en toda la habitación. La mudanza había dejado sus muebles una hora antes y ahí se encontraba él, cargando la caja que faltaba con sus pertenencias. Will sintió la frialdad del lugar. A pesar de que aún no se encontraba amueblado la elegancia se hacía notar por sí sola... pero él aún no lo sentía como un hogar.

Subió las amplias escaleras con cuidado, al llegar al segundo piso escuchó a lo lejos una puerta abrirse y unos pasos aproximándose. Volteó a su derecha y notó que Kate se acercaba a él, saludándolo tímidamente.

—Hola —dijo ella cuando estuvo a su lado. Will dejó la caja en el suelo y trató de carraspear disimuladamente.

—Hola.

Se quedaron unos segundos en silencio, Kate no sabía la razón de por qué la hacía sentir nerviosa, tal vez el hecho de que fuera la primera noche viviendo juntos la llenaba de incertidumbre.

—Como podrás ver hay muchas habitaciones, puedes elegir la que quieras.

Will comenzó a caminar en la dirección opuesta de donde había llegado Kate, ella comenzó a seguirlo. Se detuvo en la segunda puerta, pero ella carraspeó.

—Yo preferiría sugerirte otra habitación.

Él la miró, sus ojos marrones reflejaban confusión.

—¿Qué tiene de malo esta habitación?

—Nada, pero no estaría mal que echaras un vistazo al resto. Sígueme.

Con decisión caminó al final del pasillo y dio vuelta en otro, Will pensó que la casa parecía haber crecido más desde la última vez que había estado ahí, o al menos el recorrido se le antojó más largo.

Roomies sin romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora