Eddie y Hannah se habían conocido gracias al Hellfire Club. Ambos eran unos amantes del D&D y del rock, lo cual era muy gracioso, ya que Hannah Hargrove era la reina de la escuela.
Eddie amaba eso de ella, Hannah era una chica muy sociable, y no le...
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—Hannah, ayúdame. ¡Sálvame, Hannah! ¡Esto es tu culpa! ¡Mamá se fue por tu culpa, papá nos golpea por tu culpa, yo estoy muerto por tu culpa!
Me desperté agitada y con mi rostro empapado en lágrimas. Toqué mi pecho y pude sentir mi corazón latir con fuerza.
Me levanté de la cama y tomé un buzo holgado, salí de mi habitación y Max se encontraba a punto de tocar mi puerta.
—Debes ver esto. —Tomó mi brazo y me llevó hacia el porche.
La casa de Eddie estaba llena de patrullas policiales, y su auto no se encontraba ahí.
—¿Qué está pasando? —Pregunté.
Bajé las escaleras del porche y me acerqué más a la casa de Eddie.
—¿Ves eso? —Murmuró Max.
El cuerpo de Chrissy se encontraba tirado en el suelo, parecía estar todo fracturado.
Cubrí mi boca asombrada, ¿mi mejor amigo era un asesino?
—¡Oigan! No pueden estar aquí. Vuelvan adentro. —La voz de un policía hizo que ambas nos asustaramos.
—Lo siento. —Susurré.
Le di un último vistazo al cuerpo de Chrissy y tomé de los hombros a Max. Ambas corrimos hacia el porche de nuestra casa en donde estaba Susan.
Entramos a nuestra casa y ambas nos miramos.
—¿Deberíamos hablarlo con alguien? ¿Tal vez Dustin? Mike fue a visitar a El. —Max asintió. —Bien, ve a cambiarte.
Caminé hasta mi habitación y cerré la puerta. Me senté en mi cama y comencé a procesar la idea de que Eddie podía llegar a ser un asesino.
No había notado comportamientos raros en él, incluso cuando habló con Chrissy se lo veía bastante normal.
Suspiré y me levanté de la cama para comenzar a cambiarme, una vez que estuve lista, salí de mi habitación y caminé hacia la sala en donde me esperaba Max.
Salimos de la casa y tomamos nuestras bicicletas para comenzar a ir hacia la casa de Dustin.
El recorrido fue bastante veloz, ambas teníamos ciertas dudas y la realidad era que Dustin siempre le encontraba respuestas a todo.
Bajamos de las bicicletas y Max tocó el timbre. A los pocos segundos Dustin se encontraba frente a nosotras.
El menor nos observó confundidos.
—Debemos hablar contigo. —Murmuré.
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