Eddie y Hannah se habían conocido gracias al Hellfire Club. Ambos eran unos amantes del D&D y del rock, lo cual era muy gracioso, ya que Hannah Hargrove era la reina de la escuela.
Eddie amaba eso de ella, Hannah era una chica muy sociable, y no le...
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Abrí mis ojos y lo primero que vi me hizo sonreír. Eddie se encontraba durmiendo con su boca levemente abierta y su cabello sobre su cara.
Acaricié su mejilla y comencé a admirar sus lindas facciones. Pestañas largas y espesas, cejas bien definidas, labios gruesos, nariz respingada. Ante mis ojos, Eddie era perfecto.
—Si me tomas una foto quizás dure más. —Me espanté al oírlo hablar.
—Lo siento. —Murmuré. Abrió sus ojos y me miró sonriente.
—Está bien, my lady, me gusta que me mires. —Mis mejillas se sonrojaron.
—Eres un idiota, Munson. —Eddie rió y acarició mi cabello.
—¿Dormiste bien? —Asentí. —¿Quieres hablar de lo que pasó anoche?
—No. No me siento cómoda con ello. —Sonrió y asintió.
Se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.
—¿Qué quieres desayunar? —Preguntó mientras se levantaba.
—Lo que quieras, está bien por mí. —Asintió y caminó fuera de la habitación.
Me levanté y caminé detrás de él, me senté en el sofá y lo observé.
Era muy gracioso, su cabello largo y anillos de calaveras daban un aspecto escalofriante, pero luego miraba su pijama de ositos y me daban ganas de abrazarlo por siempre.
—Recuerda que hoy será la noche del Hellfire. —Avisó.
—Claro, no lo olvidaría. —Lo vi sonreír.
Se acercó y dejó dos tazas en la pequeña mesita de café, también traía un plato con galletas de chocolate.
—¿Dormirás conmigo hoy? —Lo miré y me volví a sonrojar por segunda vez en el día. —Solo dormiremos, cariño. A menos que no quieras.
Solté una carcajada y golpeé su hombro. Me miró sonriente y tomó un sorbo de café.
—No lo sé. No sería un problema porque ni Susan ni Max notan que no estoy, pero me siento mal viniendo todas las noches. —Murmuré mientras comía una galleta.
—Hannah, ya te lo he dicho mil veces. No eres una molestia, no para mí. Eres... mi mejor amiga, siempre estaré para ti, ¿sí? —Asentí.
Apoyé mi cabeza en su hombro y seguí comiendo, Eddie abrazó mis hombros y bebió su café.
Desayunamos mientras hablábamos de cosas sobre la escuela, nos burlábamos de Jason y sus amigos (excepto Lucas, por supuesto, amaba a ese niño) y yo prometí ayudarlo con sus materias.
