Capitulo 9

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Briana

El fin de semana llegó a su fin y eso significa una sola cosa: la vuelta al trabajo, por ende, hacerle frente a mi situación con Oliver.

Realmente no sé si referirme a eso como "situación". No he recibido ni una llamada, ni un mensaje de su parte. En parte lo agradezco, ya que me ha ayudado a aceptar que, realmente fue solo sexo. Pero, por otra parte, me siento un poco sucia.

Nunca me había acostado con alguien a quien apenas conozco. No veo nada de malo en hacerlo, pero siempre preferí conocer más a la persona. Soy consciente de que fui yo la que se marchó del hotel aquella mañana... y la que no se despidió. La verdad es que estaba y estoy muy segura de qué, si lo hubiese hecho, le hubiese dado igual si me quedaba o no. Su falta de contacto me demuestra que estuve, y estoy, en lo correcto.

La oficina se encuentra en silencio cuando entro. Se nota que pocos han llegado.

Me dirijo a mi puesto de trabajo con el corazón a mil, puesto que no sé cuándo volveré a cruzarme a mi jefe.

Dejo la computadora sobre el escritorio y saco del cajón varios papales que me ayudarán a organizar el trabajo de hoy.

En tres semanas comenzarán las obras en el Pyros, así que las dos primeras horas del día se basan en confirmar las compras de los objetos decorativos previamente pedidos.

Las alfombras, los jarrones, los cuadros, las lámparas de techo, las sabanas, los almohadones, absolutamente todo viene del extranjero. He conseguido un par de cosas de origen nacional, pero son pequeñas cosas, ya que nada se amoldaba al cien por cien con el lujo exótico que destilará el Pyros una vez abierto.

Este es, probablemente, el mayor proyecto que haré en la vida como diseñadora de interiores. Estoy muy agradecida con el señor Cilao por haberme confiado tal trabajo. Es realmente un honor.

Me encuentro anotando un par de cosas en la agenda cuando tocan mi puerta.

Inmediatamente levanto la cabeza y mi corazón se detiene. ¿Será...?

Luisa, la secretaria de Amanda, entra luego de escuchar mi voz.

– Buenos días, Bri. – saluda como de costumbre. Le sonrío amablemente, pero sin mucha emoción. – El señor Fairman va a comenzar una reunión en cinco minutos y solicita tu presencia.

Mi cuerpo se tensa.

– Claro, ahora iré. Gracias. – respondo cuando salgo de un pequeño transe.

Cuando la secretaria cierra la puerta, suelto el aire que mis pulmones sostenían por la boca.

De inmediato me levanto y tomo la lapicera y la libreta que se encuentran en el segundo cajón, por si acaso.

Me dirijo hacia la puerta volviéndome a prometer que seré profesional y no lo miraré de ninguna forma que sea impropia.

Cuando con mi mano derecha agarro el pomo de la puerta, cierro los ojos y tomo una respiración profunda.

Aun no estoy lista para verlo. Me sincero conmigo misma.

Metiendo todo el coraje que puedo y más, me dirijo hacia la sala de reuniones.

Cuando me encuentro frente a esta, abro la puerta con los nervios a flor de pie.

– Buenos días. – saludo a los que se encuentran dentro con una sonrisa.

Los hombres y Amanda me devuelven el saludo. Parece que mi jefa se ha levantado educada el día de hoy...

Me acomodo a una silla de distancia de Amanda. Miro mi alrededor sigilosamente, pero no veo al señor Fairman. Mi cuerpo se relaja por un momento y estiro mi vestido blanco hacia abajo intentando verme lo más prolija que puedo.

Pyros  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora