Cuando la séptima prueba de embarazo salió positiva, Mix supo que había llegado el momento de aceptar la realidad o de gastarse una fortuna en pruebas hasta que hubiera agotado las existencias de todas las farmacias de Londres. No tenía sentido mentirse. Las líneas azules eran nítidas.
Estaba embarazado.
Una cosa era que quisiera tener un bebé algún día con un hombre locamente enamorado de él y tras una boda de blanco. Pero acostarse por primera vez con un hombre al que acababa de conocer y que aquel fuera el resultado... ¿Cómo podía ser tan fértil? ¿Cómo era posible que los preservativos fallaran? ¿Cómo se había acostado con un hombre tan alejado de su círculo habitual?
Siempre había aspirado a más en la vida, pero ¿Un multimillonario?
Y no uno bajito y calvo, sino un espectacular hombre de más de uno noventa con unos ojos tan marrones que una temía ahogarse en ellos. Que era lo que le había pasado a su sentido común en cuestión de minutos. Por eso se había entregado a un tórrido encuentro sexual de una sensualidad que no había experimentado jamás.
Claro que tampoco tenía demasiada experiencia, dado que había perdido siete años de vida con su ex, Daniel, del que había esperado una proposición de matrimonio que no había llegado nunca.
En lugar de eso, Daniel le había sido infiel. Ser traicionado era de por sí una afrenta, pero que lo dejara por su amante convertía lo ocurrido en una espantosa humillación. ¿Cómo había podido ser el último en darse cuenta de que Daniel era infiel?
Pero lo que más le dolía no era tanto el engaño como haberse quedado sin pareja. El golpe emocional de estar solo, de salir de noche sin acompañante, de comer solo en un restaurante con la sensación de que los otros comensales se preguntaban si le habrían dejado plantado.
Con Daniel, que era un gran gourmet, le encantaba salir a cenar y probar distintos restaurantes. Le gustaba volver a casa y que en él hubiera alguien con quien comentar cómo había ido el día. Daniel había sido su apoyo, su ancla, la persona que le proporcionaba la estabilidad que le había faltado desde niño.
No había tenido suerte con los hombres. Según su madre, una terapeuta de parejas de la Nueva Era, eso se debía a que subconscientemente saboteaba sus relaciones porque tenía asuntos no resueltos con su padre. Pero ¿de quién era la culpa de que no tuviera un padre? Su madre ni siquiera le había preguntado cómo se llamaba cuando se acostó con él durante un festival de música.
Mix miró de nuevo la prueba de embarazo. No era un sueño. Era una pesadilla que lo obligaba a enfrentarse a Earth Pirapat, el multimillonario conocido por su rechazo al matrimonio, y él tenía que decirle que iba a ser padre.
¡Qué gran plan!
La tarea habría resultado más sencilla si él lo hubiera llamado durante el mes que había transcurrido desde su noche de sexo salvaje. Tampoco había mandado un mensaje de texto, ni un correo electrónico, ni siquiera una paloma mensajera. No había dado la menor señal de querer volver a verlo.
Lo cierto era que no le extrañaba. Era un especialista en ahuyentar a los hombres en la primera cita. Cuando estaba nervioso, charlaba sin parar, y en cuanto bebía un par de copas se ponía a hablar de su matrimonio soñado, que incluía cuatro hijos y un perro, un setter irlandés, ni más ni menos. Y eso era lo que le había contado a un hombre que tenía la fama de evitar cualquier atadura. ¿Qué demonios le pasaba?
Mix salió del cuarto de baño y tomó el teléfono. No tenía ni llamadas perdidas, ni mensajes... Aparte de los cuatro de su madre para recomendarle páginas Web con sesiones de meditación y de yoga. Era más fácil decirle que las usaba que discutir con ella. Había decidido hacía años que llevarle la contraria era un ejercicio agotador e infructuoso.
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Deseo sin control - Earth Mix
RomanceEl conocido y reconocido Playboy Earth Pirapat no conseguía sacar de su cabeza su noche con el dulce e inocente Mix Sahaphap. Pero cuando llegó a encontrarse con el, para ofrecerle una relación pasajera, descubrió que su noche de pasión había tenid...