Diabólica Tentación [♡Nammin♡]

||♥︎𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 3♥︎||

 

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— ¡Esto está mal!, es la segunda vez que les digo en el día que este informe no sirve — Bramó el Peli negro bastante molesto, aventando los papeles al piso delante de sus dos trabajadores

— S-si, lo sentimos mucho señor Kim, nos quedaremos hasta tarde para poder tenerlo listo para mañana a primera hora

— Ningún sonido escapó de sus labios, solo esa mirada de muerte se clavó en ambas personas — Por supuesto que harán eso, no quiero ningún error más aquí. Ahora retirense a seguir cumpliendo con sus obligaciones

Ambos asustados de ver así a su jefe solo pudieron asentir con la cabeza haciendo una reverencia, antes de salir por la gran puerta de aquella oficina.

Cuando la puerta se cerró, Namjoon arrojó de sus dedos el bolígrafo de manera brusca sobre su escritorio. Cerró sus ojos unos momentos tratando de calmarse, de que la tensión abandonara su rígido cuerpo.

Se recargó en su negra silla girándo hacia atrás mirando por el cristal toda la vista que tenía a su disposición. Quizo relajarse unos momentos para dejar de pensar en las cosas que ocurrieron esa noche, el como se sintió ver al muchacho junto con la situación en donde estuvieron los dos. Eso lo estaba molestando de alguna manera. Desde el día en que lo vio.

Esa noche que la pareja de su hijo se fue, subió a su habitación a tomar una ducha fría para tratar de alejar esos pensamientos junto con las sensaciones que le recorrieron el cuerpo.

Estos días que transcurrieron estuvo sintiéndose enojado consigo mismo del como lo invadieron y lo atacaron aquellas sensaciones esa noche. Ese muchachito era un niño prácticamente a su lado. Como el adulto razonable que era no debió tener ese tipo de pensamientos con un mocoso, que era menor que el por muchos años.

Por otro lado, también se inclinaba por el hecho de poder estar confundido. Tal vez estaba exagerando con todo esto. Era normal que haya quedado deslumbrado por la indiscutible belleza del chico. Después de todo era un hombre y era normal que apreciara la belleza de otra persona. No podía ser algo diferente a eso. Por que simplemente no podía ser otra cosa.

Sintiéndose menos agobiado pero cansado de igual manera mentalmente, agarró su saco colgandolo en uno de sus brazos para salir de su oficina. Iría a su casa a comer algo y dormir un par de horas. Después de todo ya había adelantado bastante de su trabajo. Así que fue hasta el ascensor marcando el piso esperando a que este bajara. Cuando las puertas se abrieron para él en el piso de salida, se despidió de los guardias con su tono característico mientras caminaba hasta su lujoso auto hacia el estacionamiento.