Maldición

51 16 11
                                    

¿Que había dicho?

¿Yo? ¿Un monstruo?

Y entonces oí el resoplido de la criatura. Volteé a ver y no había nada.

Andrómeda lloraba de horror a mis pies.

—Si vas a matarme, hazlo ya. ¡Devórame y acabemos con esto! —me gritó—. ¡Monstruo!

“¡Yo no soy un monstruo! Soy Akila. Tú me conoces!”

—Sal de mi mente, asquerosa serpiente.

¿Qué?

El resoplido volvió a sonar.

Y entonces desperté del sueño en que estaba. No estaba viendo a través de mis ojos humanos. Estaba viendo con los ojos de una bestia. Una bestia marina.

Entonces entendí que la imagen que tenía de la barca y las criaturas solo era una imagen que Atenea fabricó en mi cabeza. En realidad, yo nadaba a toda velocidad junto a ellas, convertido en esta cosa.
Un monstruo marino.

Atenea no solo me había quitado mi perla y mi voz. Me había arrebatado el alma y, por consiguiente me había convertido en un monstruo marino y por eso Andrómeda me temía.

4. El mar hostil [BG#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora