Comparaciones

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Garnet estaba bastante acostumbrada a mantener un porte frío y solemne ante todas las contingencias de la vida. Su rostro lograba adquirir un tono pétreo y firme, casi como el de una gárgola en la entrada de una bella catedral francesa, pero últimamente aquel autocontrol del que siempre había estado orgullosa parecía resquebrajarse como si el paso del tiempo, el agua y el viento hubieran dañado aquella superficie porosa que la gente que la quería llamaba rostro y quienes la odiaban definirían como una superficie de granito.

Dentro de la humilde carroza de Thomas Carlyle podía sentirse la tensión en el ambiente , como si se respirase un humo espeso y oscuro entre las cuatro paredes de color champán. Se notaba que era un carro de alquiler que su jefe dispuso únicamente con el objetivo de parecer decente ante los ojos sociales, ya que aquel señor, a pesar de su avanzada edad, prefería caminar hacia el trabajo. Su densa barba parecía haber sido peinada con el esmero habitual de un hombre práctico y poco allegado a los retoques estéticos y sus ojos estaban aburridos, pero a pesar de ello intentaba emular un gesto inmutable y sereno. A su lado, su esposa Jane parecía muy atenta a cada movimiento de ella como si fuese un halcón, curiosa por cada detalle que sus oscuros ojos pudieran recibir. Los maridos brindaban un retrato de una unión sin una pizca de pasión entre ellos, como si ambos fueran agua del mismo estanque que apenas lograban crear una composición agradable para los ojos de algún visitante lleno de positividad, quien buscaba un paisaje en un lugar desolado. Ambos de tonos grises, sin demasiados detalles, volantes, peinados o joyas.

Garnet pudo sentir cómo la delicada gargantilla de cristales parecía todo un collar exuberante al lado de esos dos personajes y eso no la ayudaba en lo absoluto. Su vestido verde musgo apenas aportaría un color significativo en un salón lleno de inmensos detalles, bordados y piedras preciosas, pero allí parecía un espectáculo arcoíris.

Por alguna bondad universal, el trayecto fue bastante corto y pudo tomar aire fresco a pesar de la baja temperatura, como si hubiese estado viajando dentro de una caldera.

El evento era de lo más llamativo, si tan solo Garnet hubiese estado interesada en algo más que leer y pensar. Los cristales del salón principal reflejaban toda la elegancia de la iluminación, como si el sol hubiera decidido colarse en aquella celebración.

Thomas bajó a regañadientes del vehículo y ayudó a su mujer con calmado interés. Si Garnet hubiera podido describir a esos dos, diría que eran la imagen perfecta del pan. Un alimento versátil, adaptable, soso pero que ayudaba cuando estabas en aprietos y con hambre.

Los pensamientos volvieron a embargarla rociando a su paso sus mejillas con un tono rosado intenso. Nada de eso era similar a sus explosivos encuentros con Nicholas, quien parecía una lluvia de fuegos artificiales que la trastornaban con su ruido, color y luz. Apenas se dio cuenta que se había quedado petrificada entre la grava de la entrada, pero la monótona voz de Jane la impulsó a seguir hacia adelante y concentrarse a duras penas en la fiesta.

A pesar de sus inflexibles imaginaciones, aquel evento no era para nada lo que había pensado. La mayoría de los presentes parecían disfrutar de una charla amena, acompañada de oporto, risas y comentarios sarcásticos sobre libros, autores y hasta notas de opinión del periódico. Por primera vez, Garnet se sintió como pez en el agua y no sentía sobre sus hombros la presión de las fiestas para las que había sido educada, en donde obtener marido era la única misión.

Los hombres y las mujeres hablaban como iguales, exponían puntos de vista y argumentaban con lenguajes floridos sus opiniones. Garnet se inmiscuía entre los diferentes grupos para poder lograr escuchar cada tema y armarse de una opinión, debido a que no se sentía con la confianza suficiente como para defender una tesis frente a otros. Apenas podía percibir sus pies debido a la euforia que experimentaba al sentirse viva por primera vez rodeada de tanta gente.

Encuentro de un geranioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora