Provocaciones

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Los días nublados parecían haberse establecido como un hábito en la ciudad de Londres. El cielo estaba gris casi todos los días y una molesta llovizna se presentaba cada vez que Garnet salía de trabajar en la biblioteca. Resultaba sumamente frustrante tener esa sensación picosa de las gotas contra la piel del cuello, pero últimamente los vestidos de cuello extremadamente alto que usaba estaban comenzando a desaparecer de su armario cada vez que su prima Danielle vistaba casualmente a Fancy. Cuando ella preguntaba lo único que obtenía eran puras evasivas de parte de todos los miembros de la casa y tuvo que conformarse y estar agradecida ya que al menos no habían tocado sus vestidos más modestos que generalmente utilizaba para trabajar.

Era refrescante poder ingresar a un espacio donde obligatoriamente imperaba el silencio entre sus paredes blancas y color madera. Garnet era sumamente feliz acomodando libros, atendiendo a los miembros del lugar y estudiando todo cuanto podía.

Una tarde de abril, su jefe Thomas Carlyle, se le acercó con recatado y solemne disimulo. La había atrapado leyendo Charles Dickens mientras esperaba a que los últimos presentes en la amplia sala de lectura terminaran de realizar su encuentro.

El hombre era de estatura media, debía estar pisando ya sus 65 años pero poseía a pesar de la edad un porte recto y erguido. Siempre vestía un traje negro simple que contrastaba con su poco interés en su aspecto, ya que llevaba la barba desprolija y el cabello recortado por lo que parecía ser tijeras sin filo. A Garnet le parecía gracioso verlo en las reuniones que solían llevarse a cabo dentro de la biblioteca, ya que pasadas la hora y media de encuentro rompía con su solemnidad y comenzaba a cambiar su rostro a sus clásicas facciones que reflejaban el deseo de volver a casa y un aburrimiento absoluto, colocando su mano en el costado de su oreja intentando no demostrar que se moría de sueño.

-Veo que encontraste una sección interesante...-susurró muy despacio intentando no alertarla, asunto el cual tuvo el efecto contrario y tuvo que aguantarse la risa al ver cómo ella se acomodaba la montura de los lentes y dejaba el libro al costado-Te dije millones de veces, Garnet, que puedes leer todo lo que quieras. Esos pesados estudiantes no requieren demasiados cuidados-explicó calmado mientras veía cómo los jóvenes estudiantes leían desesperadamente e intentaban estudiar sin éxito alguno. Garnet dirigió su mirada hacia los adolescentes y tuvo que aguantar una risa.

-Me parece que esta vez se dejaron estar con el estudio-dijo tímidamente y el hombre sonrió.

-Eso es una lástima, ya que si no pasan el exámen tendrás la mala suerte de tener que volver a verlos pronto-señaló mientras se acariciaba la barba. Thomas volvió los ojos hacia ella- Garnet, habrá próximamente una fiesta dirigida a los miembros de la biblioteca. Sé que no te agradan esa clase de eventos...-subrayó aquellas últimas palabras al ver cómo la ceja de Garnet se elevaba-Pero como parte de la biblioteca sería bueno que te presentaras con los demás socios y miembros que generalmente no vienen aquí-explicó con voz suave pero consistente. Garnet quiso hacer una mueca pero se frenó, reconocía que Thomas estaba queriendo hacerle un favor acercándola a miembros destacados dentro del rubro y sería algo muy tonto dejarlo pasar-Sé que no tienes con quién ir, por lo tanto mi esposa y yo seremos tus acompañantes-le sugirió.

Ella sabía que estaba en una posición compleja, no podía negarse, no tenía con quién ir ni tampoco quería molestar a su familia ya que todos estaban en la mansión de Hampshire y para empeorar la situación, su hermana estaba en los últimos momentos de su embarazo, no podía hacerla partir desde allí para que la ayudara con la fiesta.

De pronto se hizo consciente de su posición, estaba casi completamente sola en Londres, en segunda casa Greenhill, con gente que apenas conocía como miembros de servicio y con un rol nuevo que debía llevar a cabo a la perfección o su destino sería deprimente. El vacío la invadió como un mar de aguas tormentosas, se sintió muy pequeña y pudo experimentar que sus brazos y piernas pesaban más de lo normal.

Encuentro de un geranioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora