Doce

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No tenía ganas de ir a un casamiento ese finde, menos siendo el fin de semana anterior al último recital del año, pero era un acontecimiento familiar y no podía faltar. Guido estaba igual que él, llegaron juntos al Hipódromo de Palermo con la ceremonia empezada y se quedaron parados atrás hasta que terminó. Después de felicitar a los recién casados saludaron a toda su familia y se quedaron charlando con Gastón, su novia Lucía y varios primos más durante la recepción.

—¿Bomba de humo en un rato? —Le propuso al rubio mientras esperaban sus pedidos en la barra.

—Pará sacado, ni empezó la fiesta, no podemos irnos. —Le respondió riendo y observando alrededor.— Hay chicas lindas.

Patricio le iba a responder pero se les acercaron a pedirles un par de fotos, lo que atrajo a otras personas jóvenes que estaban cerca a hacer lo mismo. Una vez que les dieron sus tragos intentaron volver al grupo con el que estaban antes pero en el camino los interceptaron sus tíos y no les quedó otra que quedarse hablando con ellos.

—¿Son los de Airbag? ¿Puede ser una foto? —Escucharon una voz femenina a sus espaldas.

Pato rodó los ojos, no tenía problema con las fotos si era alguien que lo conocía y le gustaba su música pero si los encaraban de ese modo no le gustaba. Cuando se dio vuelta soltó una sonrisa al ver una morocha que con el taco de las sandalias le sacaba un par de centímetros y llevaba puesto un vestido bordó largo.

—¿Qué haces acá? —Preguntó sorprendido antes de saludarla, él con un pequeño abrazo y Guido con un beso en la mejilla por educación.

—¿No es obvio? —Respondió divertida.— Nunca dijiste que tenías un casorio este finde.

—Vos tampoco, sólo me dijiste que hoy no podías hacer nada. —Ambos rieron.— Es Luna. —Le dijo a su hermano que los miraba confundido.

—Soy la chica que estaba con Pato cuando caíste a su casa y te pusiste a tocar la guitarra con la tele al mango para no dejarnos dormir hace unos meses. —Le recordó ella al notar que seguía perdido y ahí él se rió. Su hermano lo había re puteado después de que ella se fuera.

—No sabía que se seguían viendo. —Comentó y ellos se encogieron de hombros, no iban a dar explicaciones.— ¿De donde conoces a Ro y Tato?

—Tato es el mejor amigo de mi hermano, nos criamos juntos con él y sus hermanas, ¿ustedes?

—Rosario es nuestra prima. —Respondió el rubio y, dándose cuenta de que sobraba, se despidió y siguió su camino.

—Qué flash que nos sigamos encontrando así, boludo.

—Me encanta, es el destino. —Dijo con tanta seriedad que hizo que ella riera porque sabía que era en joda.— ¿Cuándo te cortaste el flequillo? El jueves no lo tenías.

—Hoy, todavía no me acostumbro. —Admitió acomodándoselo más por reflejo que por necesidad.

—Estás muy bomba. —Luna le sonrió coqueta.— ¿Con quién viniste?

—Mi hermano vino del sur con su familia y mi hermana que vive en México que justo está acá por fin de año.

Pato notó la alegría de ella por tenerlos a los dos juntos en Buenos Aires, ya varias veces le había dicho que los extrañaba en el día a día.

—¿No metiste el +1?

La castaña sonrió, le causaba ternura la forma en que buscaba camuflar las preguntas sobre si ella estaba con alguien más. Siempre le tiraba indirectas de que él estaba más involucrado que ella en lo que tenían, que era más demostrativo.

—No porque venía con mis hermanos y sabía que me iba a encontrar con amigos. Pensé en preguntarte si te copaba venir pero supuse que te iba a dar paja. —Confesó.— Igual no sé si daba invitarte. ¿Vos?

—De pedo vine yo. —Admitió riendo.— No iba a arrastrar a alguien más.

Los echaron del sector de recepción porque iban a entrar los novios al salón y tenían que estar ahí para recibirlos. La primera tanda de baile tuvo lugar en ese momento y ella no lo dejó escapar de bailar con ella esas cumbias del 2010 aproximadamente. Después de ese momento terminaron cerca de donde estaban sus hermanos, que los vieron, y a Luna no le quedó otra opción más que acercarse con él para que se los presente para no quedar como una maleducada.

—Ellos son Gastón y su novia Lucía, ella es Luna. —Dijo señalando a cada uno a medida que los nombraba.— Es amiga de Tato.

—¿Y vos de dónde la conocés? —Curioseó el mayor.

—Nos conocimos en un bar. —Respondió ella.

—Es su chica. —Intervino el rubio, con la intención de incomodarlo, y las miradas se intercalaron entre los dos. Ella no contestó nada y Patricio tampoco lo negó.

—Estás hermosa. —Le dijo a Lucía, que tenía un vestido verde con un corte debajo del busto, caía suelto hasta la mitad de sus muslos y resaltaba su panza de embarazada.— A propósito, felicitaciones. —Agregó y los dos le agradecieron sonriendo.— ¿De cuánto estás?

Hablaron un poco del embarazo, que estaba transitando sus últimas semanas, y de la ceremonia que habían presenciado.

—Vienen los viejos. —Los alertó Guido mirando detrás de Pato y Luna, porque le gustaba joderlo pero su hermano hubiera hecho lo mismo si el que estaba con una chica era él.

Luna se tensó y miró de reojo a Patricio. Él estaba pensando en cómo hacerla zafar de esa situación cuando una vocecita aguda se impuso.

—Tía, tía.

Una nena que no debía tener más de cinco años le había agarrado la mano y estaba tironeando de ella con actitud urgente.

—¿Qué pasa, mi amor?

—Quiero ir al baño y no encuentro a mamá.

Luna les dedicó una sonrisa de disculpa y mientras se iba con su sobrina murmuró que después los veía. Patricio miró serio a sus hermanos a modo de advertencia justo antes de que se les unan los padres.

Se acomodaron en la mesa que les correspondía con sus primos para comer la entrada y el primer plato. Luna estaba ubicada con quienes supuso que eran sus hermanos y otras personas que debían de ser ese grupo de amigos con los que se crió. Bajaron las luces del salón e iluminaron el centro de la pista de baile, donde tuvo lugar el vals de los recién casados y luego se llenó con casi todos los invitados cuando empezó la ronda de música urbana, reguetón y trap que tan de moda estaba.

Pato se quedó con Guido en la mesa hablando boludeces mientras observaban la pista, rechazando las invitaciones que sus primos y primas les hacían para que se sumen. De a ratos vislumbraba a Luna que bailaba con distintos grupos, la vió hacer un par de coreos de tiktok con su sobrina e incluso bailó con Lucía después de que se chocaran sin querer. Estaba de espaldas a él, bailando cumbia con un trago en la mano, cuando sintió la intensidad de su mirada en la nuca que la hizo voltearse. Le murmuró algo a la chica rubia de la que casi no se separaba y se dirigió hacia ellos con paso decidido.

—¿Qué hacen acá sentados? Son los únicos ortivas, ni los viejos están sentados. Vamos a bailar.

Patricio negó con una sonrisa.

—Voy al baño. —Dijo yéndose sin esperar una respuesta.

—Hijo de puta. —Masculló Guido, había escapado como un campeón.

—Dale, rubio.

—No me gusta esta música.

—¿Te baja el rockerómetro bailar esto? —Se burló.— Prometo no filmarte ni subirlo a las redes.

Le insistió tanto que terminó siendo arrastrado a la pista, se unieron a Gastón y Lucía en el grupo de primos y tíos. El dj puso cumbia de Gilda, Ráfaga y todos esos clásicos que se cantaban a los gritos. Vio a Patricio con el celular a un costado y lo agarró de la mano para llevarlo hasta la ronda, sin mediar palabra ni darle opción a resistirse. Luna bailó con ellos un par de temas, después se mezcló con sus amigos y Patricio la perdió de vista.

Por mil noches (Pato Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora