Tres

1.2K 76 0
                                    

Eran cerca de las dos de la mañana cuando ya casi no quedaba nadie en el bar y los mozos empezaron a limpiar el lugar.

—Me parece que nos están echando de manera muy sutil. —Comentó Guido.

—¿Eso te parece sutil? —Agregó ella haciéndolo reír, sacando plata de su bolsillo y pasándosela a Pato que se había levantado para ir a pagar a la caja, se negó a aceptarla argumentando que él la invitaba.

—Gracias. —Le dijo el rubio cuando su hermano se alejó. Ella lo interrogó con la mirada.— Me tocaba pagar a mi y para hacerse el galán con vos lo está haciendo Pato.

Luna soltó una carcajada que lo contagió hasta que volvió el mayor.

—Bueno, gracias por el trago. —Les dijo saliendo del lugar escoltada por los dos.

—¿Para dónde vas? Te alcanzamos. —Ofreció el morocho tocándose los mechones del pelo que le enmarcaban la cara, como lo hizo durante toda la noche.

—Naa, tranqui, vivo a tres cuadras así que camino. ¿Ustedes para dónde van?

—Don Torcuato.

—Ah lindo viajecito tienen, qué paja. —Rió.— Manejen con cuidado que tomaron alcohol.

Saludó con un beso en la mejilla a Guido, que intercambió una mirada rápida con su hermano y se fue hacia donde habían dejado estacionado su auto. No necesitaban hablar para entenderse.

—Te acompaño. —Aclaró Pato cuando se alejó para no permitirle despedirse de él.— No voy a aceptar un no por respuesta, es tarde.

—No te iba a decir que no. —Retrucó ella con una sonrisa que él le respondió mientras empezaban a caminar a la par, él acomodándose del lado de la calle.

—¿Estás bien? Estuviste como decaída.

—¿Tanto se me nota?

—Parte de mi trabajo es ver cómo está la gente para ver qué tocar o qué no cuando estoy en el escenario. —No iba a presionarla para que le respondiera y como le pareció que no iba a hacerlo, cambió de tema.— ¿Cuándo te diste cuenta que me conocías?

—El finde una amiga puso un mix de youtube y salió un videoclip de ustedes. —Sin saber qué responder a eso, asintió y se quedó callado. Ella le ofreció un pucho que él rechazó, así que prendió el suyo y caminaron media cuadra más en silencio.— ¿Te pasó alguna vez de levantarte angustiado sin saber por qué? —Asintió mirándola con atención.— ¿Qué haces?

—Trato de descargarlo haciendo boxeo o tocando la guitarra. ¿No te pudiste liberar de eso?

—Nop, salí a correr, me maté con el trabajo y fui al bar para distraerme pero nunca se me pasó y me re molesta no saber ni siquiera por qué la angustia. En el único momento que me pude distraer fue recién con ustedes, así que gracias.

—¿Que te puedo cobrar? —Fingió pensar cuando cruzaban la última calle antes de llegar al edificio donde vivía ella. Le dió la última pitada y apagó el cigarrillo en el poste de luz antes de tirarlo en el tacho de basura.— ¿Una cena?

—Cuando quieras, morocho. —Aceptó coqueta deteniéndose frente a la puerta de su edificio. Él la miraba intensamente y Luna no se achicó ante esa mirada penetrante. Le atraía la forma en que sus cejas pobladas ocultaban esos ojos medio chinitos, le daba un aire misterioso muy sensual.— Me gusta tu mirada, es profunda. Dame tu celu que te anoto mi número.

Patricio sonrió ante la frontalidad de la chica y le pasó el aparato desbloqueado. No lo avasallaba pero tampoco se quedaba en un papel pasivo de esperar que la seduzcan, era atrevida y medida en el punto justo.

—¿Cómo sé que no me anotaste cualquier número? —Preguntó jodiéndola.

—Vas a tener que confiar en mí. ¿No te está esperando tu hermano?

—El pendejo puede esperar, ya zafó de pagar la cuenta del bar. —Al verla reír por sus palabras deseó poder hacerla reír muchas veces más.

—Andá Pato, te debe estar odiando a vos y a mí también.

Se despidieron con la promesa de esa cena pendiente y él esperó verla desaparecer en el ascensor antes de pegar media vuelta y desandar el camino hacia donde lo esperaba Guido.

Esa noche el morocho le escribió cuando llegó a su casa (necesitaba comprobar que sea su número) y se quedaron hablando un rato. La invitó a salir al día siguiente pero ella lo rechazó porque era el cumpleaños de su madre y le propuso el viernes, que él no podía porque se había comprometido para salir con sus amigos aprovechando que con la banda estaban en un período más relajado sin tantos compromisos. Finalmente coincidieron en verse el sábado en lugar y horario a definir.


Este finde que pasó fui a los dos lunas de los pibes y todavía no lo supero así que vengo a subir otro capítulo porque estoy más flasheada que antes con estos tres hombres 🥰

Por mil noches (Pato Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora