Capítulo 32

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~¿Aún sientes algo por el?~


Nora Arellano


Llego a una cafetería y me siento en una de las últimas mesas junto a la ventana.

Las palabras de Brianna y la acción de Marc no han abandonado mi mente en ningún momento. Y mucho menos una idea estúpida que ha llegado a mí. Se que es estúpida porque estoy cien por ciento segura de que Marc no es así, él no es esa clase de persona.

La idea es que, Marc tal vez solo me ha traído aquí para ocultar sus sentimientos. Es que, o sea, si el realmente sintiera algo por mí no actuaria así. Se que Brianna siempre ha estado ahí, para él, pero también él debe de poner a cada una en su lugar. El ver que no hace eso, solo me hace pensar que tiene sentimientos por ella y solo los oculta conmigo. Suena horrible lo sé, sin embargo, es algo que puede ser real.

Lo que más me hace sentir mal es que yo soy peor. Siento tanto por David, algo que no debería. Pero, para mi desgracia, existe, existen estos estúpidos y tontos sentimientos.

—Hola, señorita —la voz de la chica de la cafetería me saca de mis pensamientos —, ¿Ya tiene pensado en que va a ordenar?

—¿Eh? —parpadeo un par de veces confundida antes de dirigir mi mirada a el menú que se encuentra frente a mí, busco rápido con la mirada —, un café..., un café americano y una... una tarta de chocolate.

—¿Algo más?

—Eh, no gracias, eso sería todo.

Sonríe amable antes de retirarse.

El estar aquí me hace extrañar aquella cafetería donde trabajo. Quisiera estar en estos momentos, prefiero estar enfadada con todos que estar aquí echa un lio.

No puedo negar que a veces me arrepiento de haber aceptado venir a Monterrey. Aunque a veces no, a veces me alegra el haber venido, pero esas veces es cuando estoy bien, cuando todo a mi alrededor está bien.

Me quedo viendo la ventana y veo que todo afuera tiene un tono melancólico.

Al ver el día así no puedo evitar no recordar a mi madre, ya que ella una vez me dijo que ningún día es completamente triste o feliz, sino que tú le das ese toque, tú eres quien está feliz o triste. Y ahora me doy cuenta de que tiene razón.

—Aquí esta su orden —la señorita pone frente a mí una taza con un líquido humeante y un enorme pedazo de tarta de chocolate.

—Gracias.

Asiente antes de retirarse.

Acerco la taza a mi rostro y disfruto del aroma del café recién hecho.

Devuelvo el café a la mesa y esta vez cojo mi celular. Busco el número de mi madre en mis contactos. La extraño demasiado, más en un momento como este.

—Hola pequeña —sonrió al escuchar su voz a través del celular —, ¿Qué tal va todo?

—Hola mami —intento sonar tranquila, sin embargo, el nudo en mi garganta me lo impide.

—¿Qué pasa, cariño? — trago saliva al escuchar la preocupación en su voz.

Alejo un poco el celular de mí y respiro profundo. Antes de poder hablar.

—No es nada —carraspeo —, es solo que las lluvias en monterrey están presentes y estoy un poco enferma —jamás le he mentido y me siento mal por eso. Aunque sea una mentira a medias, ya que no estoy enferma, pero ya hay días lluviosos.

—Nora —no por favor, esa voz no, sé que no me cree nada —, conozco a mi pequeña, así que dime que es lo que pasa, ¿Tienes un problema con Marc?, ¿Alguien de su familia te ha hecho algo?

Amando lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora