Capítulo 21

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¿Amigos?

Nora Arellano

Abro lentamente los ojos y al instante los vuelvo a cerrar, los rayos de sol que entran por la ventana me molestan demasiado. Mi cabeza me duele demasiado. Intento levantarme y con el más mínimo movimiento siento que me va a explotar.

«Ni te quejes, Nora, dices que ya no vas a tomar y lo vuelves a hacer» me riñe mi subconsciente.

Abro los ojos de par en par cuando siento que alguien se mueve, se da la vuelta y posa una de sus manos en mi cintura por debajo de las sábanas. Y una de sus piernas se entrelaza con las mías.

No me atrevo a girarme y ver quien está conmigo. Levanto las sábanas lentamente y me relajo al ver que estoy completamente vestida, pero aún no se quien está conmigo. Trato de voltearme, y no puedo, él no me lo permite. Cojo su mano y la hago a un lado, me muevo hacia adelante y ya estoy consiguiendo soltarme, sin embargo, al hacerlo me caigo al suelo.

-Mierda -susurro mientras trato ponerme de pie -. Doble mierda -resoplo al ver que se ha cubierto con la sabana de pies a cabeza.

Camino lentamente y me incorporo para quitarle la sabana del rostro. Acerco mi mano hacia él y cuando estoy a punto de lograr mi objetivo, él se descubre el rostro. Me quedo estupefacta viendo quien es.

Dios, ¿Qué sucedió anoche?

El me observa confundido y como si tratara de recordar lo que paso, al igual que yo.

-¿Qué paso anoche? -camino de aun lado a otro, nerviosa.

-Nada.

Me detengo de golpe y me giro para verlo.

-¿Nada? -pregunto con ironía -. Entonces, ¿Por qué tú y yo dormimos juntos?

-El que hayamos dormido juntos no significa que haya pasado algo entre nosotros -se levanta de la cama y queda frente a mi -. Yo jamás me aprovecharía de ti y menos estando en ese estado.

-Yo no digo eso, solo quiero saber qué fue lo que sucedió anoche.

-Estabas muy tomada, te traje cargada hasta la habitación y cuando estaba por irme me dijiste que me quedara -me observa fijamente -. Lo siento, creo que no debí de haberlo hecho.

Coge sus zapatos y su chaleco. Me pasa por un lado y abre la puerta de la habitación, se gira para verme y parece que dirá algo, pero no lo hace.

-Marc, espera tenemos que hablar -sale de la habitación y yo salgo detrás.

Al salir de la habitación me doy cuenta de que estamos en el primer piso, estábamos en la habitación de invitados.

-Marc, dormimos juntos... Me quedo callada al llegar al salón de estar, pues ahí se encuentra el señor y la señora Saavedra.

-Marc necesito hablar contigo antes de irme. Es sobre lo que está pasando en la empresa - dice el señor Ronald.

-Si -checa la hora en su reloj de mano -, en quince minutos nos vemos en el despacho.

Ronald asiente y continúa bebiendo lo que sea que contiene su vaso. En cambio, Marc se dirige a las escaleras y yo voy detrás de él. No quiero que siga molesto conmigo, por algo tonto.

-Marc, necesito hablar contigo...

-No tengo tiempo, Nora -desaparece por las escaleras, y me quedo hablando sola.

Siento un nudo formarse en mi garganta. No me gusta que el este molesto conmigo, la última vez que lo vi así de cortante y frio fue cuando me entere de su cercanía a David.

Amando lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora