Un nuevo adiós
2020. La Toscana. Principios de Agosto
Elara POV
Tres vuelos, dos escalas, un tren y una odisea entera, me había tomado llegar a la finca de Bianca, arriesgándome a que ni siquiera me quisiera abrir la puerta de su casa.
Estaba intentando arreglar las mierdas de mi vida y una de mis tareas pendientes era conocerla mejor, algo que se me iba a hacer imposible, si se empeñaba en morirse de un virus.
─ ¿Qué es lo que haces aquí?─ me preguntó Bianca a través del portero eléctrico.
─ Vine a intentar que no te mueras. ¿Quieres abrir la reja? Aquí hace un calor de morirse─ le respondí a través del aparato.
Agosto tal vez no era de los mejores momentos para intentar visitar la Toscana, su temperatura arriba de los treinta grados, era algo realmente sofocante.
─ Tengo covid, puedo contagiarte.
─ Y yo tengo la primera dosis de vacuna y una sed tremenda. ¡Abre la maldita reja o voy a saltarla! ─ insistí gritándole.
─ Dudo que con tus tacos puedas ─ me desafió.
─ Aggg. Maldita testaruda ─ bufé harta ─ Vengo en son de paz, ¿okey? Por favor.
Aquella última palabra me supo a vinagre en la boca. Últimamente la había usado demasiado, como parte de mis ejercicios en terapia.
El silencio del otro lado, me impacientó, ¿de verdad me iba a obligar a saltar la valla? No conocía el carácter de Bianca, pero suponiendo que se trataba de mi sangre, no me parecía una idea tan descabellada.
Por suerte parecía que la italiana no había heredado por completo la vena rencorosa de mi padre y después de unos minutos, el portón de hierro se abrió con un chillido.
─ Menos mal─ murmuré para mí misma y arrastre mis dos maletas por el camino de tierra, hasta la residencia.
Esta no era la casa que habíamos visitado con Carlos y Lando en nuestra visita a Italia, aquella propiedad era la de Alessandra. La casona estilo florentina pintada de un blanco llamativo entre tantos arboles verdes, que ahora se elevaba ante mí, era la casa de Bianca. La famosa propiedad, por la que se había revelado la verdad de nuestra relación.
Me era extraño pensar que Ericcson alguna vez había estado aquí, teniendo una vida paralela, con otra mujer y otra hija.
La distinguí en la puerta desde lejos, su cabello naranja llamativo se podría haber divisado incluso desde lo alto de las colinas.
─ No te acerques mucho y deja tus zapatos fuera─ me pidió, a través de su mascarilla.
También llevaba guantes de latex y unas extrañas fundas en los pies, como las que usan los médicos cuando entran en los quirófanos.
Se alejó exageradamente unos pasos de la puerta, cuando finalmente pase dentro de la residencia. Tenía la teoría de que esto del covid, le iba a la perfección como excusa para mantenerse lejos de mí, lo más que pudiese.
─ ¿No estas actuando un poco paranoica? ─ cuestioné, mientras me ponía alcohol en gel en las manos.
─ No es un juego esta enfermedad. Estoy siendo voluntaria en un puesto de hisopados, no puedo arriesgarme a que me contagies con los virus que puedas traer del viaje, aún sigo recuperándome─ explico de manera sería.
Claramente nuestros pensamientos sobre la pandemia, también diferían, pero no había venido a tener un debate sobre salud y derechos.
─ ¿Hace cuánto te contagiaste?
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Fuera del circuito F1
Fiksi Penggemar🏁EL GRAN CIRCO, uno de los tantos nombres que se atribuye a la formula uno. La categoría reina del automovilismo posee unos de los paddock más concurridos y llamativos del mundo automotor. Los invitados de élite, los pilotos y la prensa se entremez...