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El frío estaba siendo más fuerte, pero a Jennie no parecía importarle, tiró su cigarro a un lado de la calle y metió las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Caminaba en silencio mientras pensaba, había estado intentando hablar con sus padres, pero ellos simplemente colgaban la llamada en cuanto escuchaban su voz.

La castaña suspiró al recordar la fuerte discusión que tuvieron antes de que la echaran de la casa. Los gritos de su padre aún aturdían su mente, los insultos de su madre hacían eco en su cabeza. ¿Cómo podrían odiar tanto a su propia hija? No importaba cuanto Jennie se esforzara, para ellos siempre era insuficiente.

Tuvo que mentir a sus tíos sobre su llegada y decir que era por estudios, no tenía otro lugar a dónde ir. Agradecía que no le hicieran tantas preguntas y solo la recibieran con los brazos abiertos. Ya vería dónde vivir después.

Llegó a casa e ingresó sin hacer tanto ruido, seguro sus tíos ya se encontraban durmiendo, las luces se encontraban apagadas. Subió a su habitación, la misma que compartía con Rosé. Se quitó su chaqueta de cuero y lo lanzó sobre la cama, tenía planeado ir a dormir, no tenía ganas de nada.

Se acercó al armario para buscar una de sus camisas anchas, cuando observó a través de la ventana, la casa de al frente. Una chica estaba sentada en las escaleras de su puerta, se abrazaba a sí misma y parecía estar temblando.

Jennie la miró con curiosidad, hasta que se percató que aquella chica estaba llorando. Miraba a todos lados, como si estuviera buscando algo, cerró los ojos y sacudía su cabeza, negando.

Lisa trataba de controlarse, pero los nervios estaban siendo más fuertes y el miedo se apoderaba de ella. Su madre no estaba en casa, había salido apenas hace cinco minutos, tenía que comprar los productos para hacer la cena, le dijo que no tardaría.

_Esto es mental - murmuraba para ella, su cuerpo temblaba con fuerza - es mental - se sentía desorientada.

_¡Hey! - escuchó a lo lejos. Levantó la mirada entre temblores y se encontró con una chica mirándola desde el frente. Esa chica no era Rosé, Lisa pudo adivinar fácilmente que era su prima - ¿Necesitas ayuda?

Lisa cerró los ojos con fuerza cuando su cuerpo se tensó de la nada, su respiración se aceleró y su mente quedaba en blanco, su visión temblaba y sentía náuseas.

_Oye - Lisa abrió los ojos, aquella chica ahora estaba frente a ella - ¿Qué te pasa? - se inclinó a su altura y quiso tocar su hombro, pero Lisa se quitó, estaba asustada - lo siento, lo siento - Jennie veía preocupada a la rubia, esos temblores eran muy fuertes - ¿Necesitas que te lleve al hospital? ¿Necesitas algo? - se apresuró a decir.

_Solo... quédate...- fué casi un susurró por parte de Lisa - por favor - su voz se quebró - estoy muy asustada, quédate - sollozaba.

Jennie asintió de inmediato, intentó volver a acercarse pero Lisa negó, así que mantuvo su distancia. Lisa le pidió que no la viera, que solo se sentara frente a ella y que mirara al frente, Jennie no tuvo porqué preguntar, solo lo hizo.

Se mantuvieron así, Lisa estaba recostada en la entrada de su casa y se abrazaba así misma. Que solo una persona estuviera allí, lograba tranquilizarla al menos un poco, tal vez ella podía llevarla a un hospital si era necesario, ese era su mayor miedo, estar sola y que nadie la ayude.

Estuvieron así por unos minutos, solo en silencio, Jennie no se había ido, escuchaba las silenciosas quejas que aquella chica daba, escuchaba sus sollozos, pudo percibir que estaba soportando aquello.

Los temblores habían bajado, los calambres ya casi no se sentían y la opresión en el pecho era leve. Lisa estaba más tranquila, cuando Jennie giró sobre su hombro a verla.

_¿Estás mejor? - preguntó con calma.

Lisa asintió levemente.

_Gracias...- respondió. Ahora sentía demasiada vergüenza que solo quería huir de allí, era vergonzoso para ella que la vean así, no quería que le tuvieran lástima o miedo - creo...que ya entraré a mi casa - se levantó mientras se quitaba sus lágrimas - disculpa por esto - retrocedió, quiso ingresar de inmediato cuando la castaña habló.

_Espera - se puso de pie y giró a ella, Lisa evitaba su mirada, estaba nerviosa, quería entrar de una vez a su casa - olvidas esto - Jennie recogió del suelo un pequeño llavero, era un osito que tenía un nombre en él - Miyeon, lindo nombre - se lo entregó.

Lisa miró ese llavero, volvió a sentir sus ojos cristalinos y le quitó la mirada.

_Quédatelo - ingresó a casa sin esperar respuesta.

Jennie no supo cómo reaccionar, solo miró el llavero y retrocedió para marcharse. Giró a ver nuevamente a aquella casa, y por la ventana vió a esa chica otra vez, ella cerraba las ventanas, cuando cruzaron miradas y el momento se volvió un poco incómodo para ambas.

La castaña desvió su mirada de inmediato y siguió su camino, no quería verse como una acosadora. Llegó a su puerta y antes de ingresar, vió a una señora mayor llegar al frente y entrar, seguro era su madre.

No le tomó más importancia e ingresó, necesitaba descansar.

***

_Levantate - Rosé escuchó - tu madre dice que desayunes, ya son las doce.

_Déjame - se quejó - en un rato voy, que no moleste - se giró para seguir durmiendo, había llegado a muy altas horas de la noche.

_Apestas a alcohol - Jennie le tiró una almohada - al menos date un baño.

_A ver, prima. Que lindo que hayas venido pero deja de molestar también. ¿Quieres? - se tapó por completo.

Jennie viró los ojos y decidió ignorarla, tomó su chaqueta y dándole una última mirada, salió de la habitación. En la sala se encontró con sus tíos, ellos estaban almorzando juntos. Le sonrieron como saludo y la invitaron a comer, pero Jennie negó con amabilidad, necesitaba salir por un momento y ellos supieron entender.

La castaña cerró la puerta tras ella y tomó un cigarrillo de su bolsillo, apenas lo sostuvo en su boca cuando recibió una fuerte bofetada. El cigarro cayó al suelo y ella volvió la mirada al frente, allí estaba una pelinegra mirándola con enfado.

_¡¿Qué haces en la casa de mi novia?! - exigió saber.

Y antes de que vuelva a preguntar, Jennie devolvió el golpe con más fuerza, mandándole al suelo de una sola bofetada.

_Primero, Jisoo - pronunció Jennie con tranquilidad, la pelinegra la mirada furiosa desde el suelo mientras se sostenía la mejilla - me vuelves a tocar, y no voy a ser tan gentil como ahora - sonrió falsamente - y segundo, soy prima de Rosé, maldita tóxica - pasó sobre ella y volvió a sacar otro cigarrillo de su bolsillo, su día había empezado muy estresante. 

Una hermosa mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora