Pasaron algunos días donde los momentos con Jennie eran lo mismo, jugaban unas horas y luego solo mantenían un tranquilo silencio mientras escuchaban música a bajo volumen.
Jennie miraba las nubes que pasaban lentamente, sentía es fresco viento en su rostro y escuchaba los pequeños pájaros cantar. Mientras tanto, Lisa simplemente tenía como paisaje el techo descolorido de su cuarto, no había viento, solo sentía un fuerte frío que estaba esparcido en partes de su cuerpo y lo único que escuchaba no eran pájaros, eran todos esos pensamientos y escenarios que su mente creaba.
Jennie bostezaba del aburrimiento, cuando se sentó rápidamente al ver a su tía acercarse a la casa de Lisa. Nerviosa porque la vieran, gateó torpemente hasta llegar al lado trasero de la casa. Escuchaba voces que no podía entender por la distancia, pero estaba segura que la mamá de Lisa y su tía estaban hablando. Su nerviosismo volvió al escuchar pasos acercarse hacia el patio.
De inmediato corrió por el lado derecho de la casa y quiso trepar la cerca, cuando se tiró de regreso al ver a su tío salir de casa para poder regar el jardín.
Trataba de buscar una solución, su tía aún no aparecía, seguro estaban hablando. Levantó la mirada a la ventana de Lisa y sonrió esperanzada al verla allí, observándola curiosa. Parece que Lisa leyó su mente, porque para el lamento de Jennie, la pelinegra le colocó el seguro a su ventana.
_Por favor...- susurraba Jennie, pero Lisa negó - solo unos minutos - volvió a negar, al segundo desapareción de la ventana - oye...- llamaba.
Se pegó a los arbustos al escuchar los pasos nuevamente, cerró los ojos con temor, cuando sintió que tomaron su polera en la parte de su hombro. Era Lisa quien la tomaba con solo dos dedos, como si tomara a un pequeño bicho y tratara de tocarla lo menos posible.
Cualquiera se ofendería, pero Jennie supo entender que era por su timidez. La guío rápidamente a gachas hasta la puerta principal de la casa y entraron en completo silencio. La tía de Jennie regresaba del patio con unas tijeras para podar, las había pedido prestadas. Subieron rápidamente las escaleras cuando las mayores pasaron en medio de la sala para dirigirse a la puerta.
Lisa ingresó a su cuarto y se quedó de pie a un lado, miraba al suelo y jugaba con sus manos, Jennie cerraba la puerta con cuidado de no hacer ruido.
_Gracias - Jennie suspiraba aliviada.
_Sí...- fue lo único que respondió.
Ahora el momento se volvía algo incómodo, ambas de pie sin decir nada, mirando a cualquier lado sin siquiera mirarse. Jennie esperaba que le dijera algo porque era su habitación, al menos saber si podía sentarse sobre su cama ya que no había ninguna silla. Pero Lisa simplemente no sabía que más hacer o qué decir, quizá si decía algo la incomodaba o le molestaría.
_Bonito cerdo - opinó Jennie al ver el peluche en su cama - es muy...eh...rosado.
_Sí...
_¿Puedo...sentarme?
_Sí - asintió, Jennie se iba a acercar, cuando vió confundida como Lisa ponía un cuaderno en el suelo y se alejaba nuevamente - ya.
_Gracias...- Jennie tomó asiento sobre el cuaderno - tu cuarto es...- vió todo desarreglado, las cosas tiradas, envolturas en una esquina y platos vacíos sobre la mesita de noche - bonito.
Jennie recordó lo que había investigado: "las personas con ansiedad y depresión tienen problemas incluso con realizar labores simples y rutinarios que cualquier persona haría"
La castaña la observó a ella, podía decir que tenía el mismo cuidado de su cuarto en ella. Su cabello despeinado, orejas, ropa descolorida y algo sucia, sus manos...llena de cicatrices y heridas recientes.
Lisa estaba sintiéndose nerviosa, quería que se vaya ahora, pero no sé atrevía a decirle algo, tal vez se enoje, tal vez comience a hablar mal de ella si lo hace, diría que es una maleducada o una antipática.
_Eso es bonito - Jennie la sacó de sus pensamientos, siguió su mirada y observó un cuadro de su caricatura favorita. Lisa sonrió por primera vez frente a ella.
_Es...Homero - se acercó hasta el cuadro - es...mi personaje favorito, mi padre me lo regaló cuando...estaba en el hospital. ¿Verdad que es gracioso? - giró a verla sonriente, pero de inmediato su sonrisa se borró y bajó la mirada, Jennie no entendió porqué cambió tan de repente su expresión - perdón...estoy hablando mucho.
_No, sigue hablando - pidió, pero Lisa se mantuvo en silencio sin mirarla - a mí no me dejaban verlo, mi abuela decía que era del diablo - Jennie apretó los labios para no reír al ver la mirada de indignada que Lisa le dió al instante.
_No me agrada tu abuela - Jennie río al escucharla, de inmediato Lisa volvió a bajar la mirada - perdón.
_Tranquila, tampoco me agrada - Jennie notó como Lisa apretaba las manos con disimulo, notó su respiración, estaba nerviosa - Lisa - la pelinegra asintió en señal de que la escuchaba - hicimos un trato, ¿Recuerdas? - asintió - yo...no podré cumplirlo.
_Entiendo.
_No soy alguna especialista sobre...la ansiedad o la depresión - se puso de pie - pero puedo hacer algo.
_No es necesario - su cuerpo se estaba tensando.
_Dejame hacerlo, no puedo estar solo aquí.
_¿Hacer qué?
_¿Te gustan las manualidades? - Lisa levantó al mirada a ella, pero rápidamente la desvío.
_Sí.
_¿Te gusta pintar? - Lisa negó - ¿Y con pintura? - esto llamó la atención de Lisa, asintió un poco dudosa - ¿Quisieras pintar ahora?
_¿Pintar que?
_Mira - señaló el techo - todos los días cuando te recuestas, solo ves este color apagado, ¿No te gustaría cambiarlo? - Lisa levantó los hombros, no la estaba escuchando claramente, su nerviosismo la estaba controlando y Jennie se dió cuenta - Lisa - la pelinegra levantó la mirada - mírame.
_T-te estoy escuchando - su voz sonó muy bajo.
Jennie lo entendió, estaba siendo mucha presión para ella. Sabía que Lisa estaba soportando los síntomas para no verse mal frente a ella, era algo que personas con ansiedad sobre piensan constantemente.
_Voy de regreso al jardín - sonrió levemente - piensa en esta idea, ¿Sí? - Lisa asintió.
En cuanto Jennie salió de la habitación, Lisa dejó caer su cuerpo y se sentó sobre el suelo, su nuca se sentía cansado al igual que sus hombros.
Jennie bajó a escondidas de la madre de Lisa y cuando la mayor entró a la cocina, la castaña salió rápidamente de la casa.