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Otro día donde Lisa despertaba con un fuerte dolor de estómago. Las náuseas la hicieron correr al baño y sus rodillas golpearon el piso al caer. Los vomitos eran diarios. Los dolores siempre estaban allí, así sean suaves o fuertes, pero nunca se iban.

Por más pruebas que le hicieron, no encontraron nada, solo tenía una fuerte gastritis que había sido provocado por la ansiedad y depresión. Muchas veces los dolores y malestar eran insoportables, al punto de hacerla llorar. Ella no entendía porqué estaba así, muchos de sus familiares también sufrían de esa enfermedad estomacal, pero hasta ellos no entendían porqué el de Lisa era tan fuerte.

Lisa llegó hasta su cama, respiraba jadeante, tratando de tomar largos suspiros. Sentía en su cuerpo ese frío tan molesto, era como estar en el mismo congelador. Podría tocar su piel y sentirla caliente, pero ella solo tenía esa sensación de frío. Eso solo significaba una cosa, tal vez ese día podría sufrir una nueva crisis, eso la estaba preocupando.

Tomó otro largo respiro antes de salir de su cuarto, pero antes tomó el dinero que había recibido días antes. Rosé lo había retirado por ella y se lo había dejado en la ventana. Bajó en silencio las escaleras, cuando vió a su madre preparando la comida. Lisa pudo ver su cansancio, desde ese día no podía evitar verle el rostro cuando su mamá estaba distraída.

_Mamá...- Lisa llegó a su lado, su madre giró a verla y le sonrió levemente.

_Toma tu desayuno, te separé en otra taza porque no puedes tomar leche - señaló, volviendo a picar las papas.

Lisa sacó los billetes de su bolsillo y tímidamente los dejó sobre la mesa, frente a ella.

_Es...para tí...- su madre miraba sorprendida y curiosa el dinero, levantó la mirada a ella - compra cosas para tí, ¿Sí?

Lisa giró para irse, pero su madre la detuvo al hablar.

_¿De dónde sacaste dinero? - preguntó confundida.

Lisa sintió tristeza al recordarlo. Reprimió sus emociones y trató de no verla, sintiendo vergüenza.

_Yo...son por mis historias - mintió - ya sabes...escribo - trató de sonreír - y...gané un concurso con una de mis historias.

Sin esperarse, la mayor fue a ella y la atrajo en un abrazo, viéndose emocionada.

_¡Eso es excelente! - se alejó, Lisa pudo ver los ojos cristalinos de su madre, eso la hizo sentir más culpable de lo que hizo - ¿Ves que todo puede mejorar? ¡Felicidades, hija! - volvió a abrazarla, besando sus cabeza una y otra vez - pero no puedo hacerlo - se alejó de inmediato, hablando de manera rápida - es tu dinero, te lo ganaste.

_No, está bien - sentía que su voz estaba a punto de quebrarse - es para tí. Cómprate ropa o sal a comer, te gusta comer en los restaurantes, ¿No?

_Sí pero...a mí me gustaría comer en un restaurante con mi familia...- esas palabras dolieron mucho para Lisa, algo que su madre no se había dado cuenta.

Lisa había escuchado muchas veces esa plática, su madre deseaba salir, pero ella quería hacerlo con su familia, con sus hijos, pero allí estaba ella, arruinando a su familia con su maldita ansiedad.

_Es para tí...- volvió a pronunciar antes de toma su taza y simplemente subir las escaleras.

"Perdóname, mamá"

***

Lisa miraba el poco dinero que se había quedado, tenía ganas de unas golosinas. El salir estaba en su mente, pero como siempre, era una batalla llena de pensamientos negativos y creaciones de escenarios catastróficos.

Una hermosa mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora