11. Distintas opiniones

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Me preguntó si existe la redención para personas como yo, miró hacia atrás y me doy cuenta que no importa cuanto lo desee, cuanto me remuerde la conciencia, si tuviera que volver hacerlo lo haría, aun a sabiendas del costo tan alto que pagaría y aun con todo eso, la culpa estaría matándome.

—Palabras de Helewis O'Brien


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El aire era fresco en octubre, los rayos del sol eran débiles y no lograban calentar suficiente la tierra como para no necesitar salir con abrigo. La vegetación en los árboles comenzaba a cambiar de color, poco a poco el verde intenso se iba apagando convirtiéndose en naranja, amarillo o rojo. Un impresionante cambio de estación. Otoño, la estación de la sobriedad y timidez.

Un nuevo día, un descartarte, un nuevo objetivo, un nuevo reto. La noche anterior nuestra protagonista había conseguido realizar el encantamiento en el Bosque prohibido revelando en la madrugada que nada había en ese lugar, por lo tanto la búsqueda continuaba.

No era poco más que la hora del desayuno y Helewis O'Brien ya había infringido varias normas del colegio, aunque en parte a ella poco le importaba. Sonrió mentalmente al recordar los sucesos ocurridos en solo hora y media; había entrado al aula de Pociones, había robado una poción Multijugos y solo le había bastado un clip del pelo para lograrlo. No había marcas, no había pruebas, no había testigos.

—Simple, efectivo, ingenioso. Un juegos de niños —pensó la joven con algo de egocentrismo y burla.

El acto había sido realizado como medida de prevención, la poción solo sería utilizada como una medida de escape si la cosa no salía como debía. Ahora solo necesitaba quitarle el mapa a James y devolverlo antes de que se diera cuenta que no lo tenía, acto sencillo a simple vista pues esa misma tarde, antes de la cena, Gryffindor tenía práctica de Quidditch.

El tiempo corría en su contra y era mejor prevenir que curar. No podía dejar ningún cabo suelto; esa misma noche entraría al despacho de la directora.

Unas voces familiares empezaron a ser escuchadas al acercarse a la encrucijada de uno de los pasillos, una mueca de desagrado apareció en su rostro al reconocerlas; los hermanos Potter. Paró un momento para observarlos, el mayor parecía bastante despierto y hablaba con rapidez y con un tono algo más alto del normal mientras iba gesticulando con sus manos, demasiado rápido para que fuera una conversación amena. Estaba nervioso. Mientras, el hermano menor parecía algo aburrido y exasperado de las palabras de James, Albus se recostaba en la pared con expresión cansada pero escuchaba atentamente lo que decía el moreno sin dejarse nada, lo estaba evaluando mientras los engranajes de su mente iban a toda velocidad. Helewis sonrió, parecía mentira que los hubiera calado tan rápidamente.

Los observó durante unos instantes más para luego girar sobre sus talones y alejarse de allí sin mirar atrás. Era una chica curiosa, pero como decía el dicho "la curiosidad mató al gato" y ese gato aún debía de tener una larga existencia antes de ponerle fin.

***

Como había deducido la charla entre los hermanos Potter no era amena, no hablaban sobre el tiempo, ni de los estudios, ni de Quidditch, sino de ella, de la misma alumna que se había ganado algo de espacio en sus pechos, aunque de diferentes modos. Mientras uno era atraído por la curiosidad y el misterio de la que era merecedora el otro solo odio y recelo sentía hacia ella.

—James, debo terminar el trabajo de Transformaciones antes de mañana —habló Albus sin entender en él porque su hermano lo había llamado con tanta urgencia.

𝐔𝐧𝐚 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚 𝐬𝐢𝐧 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora