12. Recuerdos amargos

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Los cielos contra la Tierra. El pasado contra el futuro. El amor contra el destino.

Un mundo dividido. Un reino sin su heredera. Un antiguo enemigo se despierta. 

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Rayos. Gritos. Súplicas. Llantos. Fuego. Humo. Cenizas. Destrucción. Desesperación. Cadáveres...

Escuchar hablar sobre una guerra, sentir lo que otros habían sufrido a través de sus palabras no era lo mismo que el haberla vivido. Podías acompañarlos, calmarlos, ofrecerles un hombro para llorar, distraerlos, pero jamás les podías decir que olvidasen.

Aquella época ya formaba parte de su vida, quisieran o no el pasado los había esculpido, los había vuelto en las personas que en ese momento eran. Y es que no importó si eran niños que todavía podían soñar, todo eso se quemó al aparecer la marca prohibida y temida por muchos. La Marca Tenebrosa.

Años de terror, de persecución, de sacrificios, de vidas perdidas... todo eso sé terminó el día que él empuñó la varita contra el mago más temido de todos, Voldemort. La luz volvió a tocar la comunidad mágica, el alivio se hizo presente en los corazones de los supervivientes y el calor de un nuevo amanecer regresó augurando un mundo libre.

Sin embargo, no hubo tiempo para llorar a los muertos. El mundo mágico estaba hecho pedazos y era tarea de los supervivientes sacarlo adelante.

Durante el día, trabajaban reconstruyendo los destrozos que había dejado la guerra contra el Innombrable, reparando el daño físico y moral que albergaba la sociedad. Era fácil sobrellevar los días pues su mente y sus manos estaban siempre ocupadas.

Las noches eran otra historia. Allí era donde habitaban los verdaderos desafíos, los verdaderos temores. En medio de la oscuridad del sueño, se veían obligados a enfrentarse a todos sus demonios, incluso a aquellos que ya estaban muertos. Sus padres, la mirada de su padrino al ser tragado por el velo, Remus y Tonks muertos en el comedor, Severus Snape dándole la respuesta a su odio y rencor hacía su persona, mostrándole su más preciado secreto, el rayo imperdonable atravesar a Hedwig y su cuerpo perdiéndose en el aire, Dobby entregando su vida por salvarlo, la sonrisa congelada en el rostro sin vida de Fred... Y así innumerables vidas perdidas por su culpa. Fantasmas que lo perseguían en los sueños.

Pero había algo más, un dolor lacerante que había partido el alma de Harry y quebrado el corazón de Ginny, un veneno que continuaría palpitando en sus venas por el resto de sus días. Una sombra constante que les recordaría para siempre que los héroes también pueden ser víctimas de un sufrimiento eterno.

***

Según la leyenda, y lo que pocos de nuestros héroes pudieron comprobar, un Basilisco tenía hogar debajo de las mazmorras, debajo de Hogwarts. Este era el lugar de la criatura, una mítica bestia provocadora, terrible, letal. Capaz de matar con la mirada, con sus colmillos de eterno veneno y casi imposible de vencer.

El Basilisco era conocido como el rey de las serpientes, la mascota perfecta para el Rey de la Oscuridad, el Opresor que deseaba ser Voldemort. Él era el único que podía gobernarla pues era su dueño.

La Cámara de los Secretos era donde se hallaba tal béstia. Una estancia que había sido construida por el mismo Salazar Slytherin, había sido abierta dos veces en 1000 años y solo en una de ellas los que entraron volvieron a salir con vida.

Es un sala apenas iluminada debido a sus altas paredes de piedra, columnas talladas con serpientes enlazadas a ellas, techo inexistente, escondido en la oscuridad debido a la carencia de luz, suelo de mármol e imponentes figuras de víbora que se alzan en ambos lados del pasillo para encontrarse el rostro tallado de piedra de su creador al fondo de la habitación. Era intimidante y aterrador observarla y más sabiendo la historia que el personaje cargaba a su espalda.

𝐔𝐧𝐚 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚 𝐬𝐢𝐧 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora