Capítulo III : Desahogos.

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III.

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El sol empezaba a iluminar la habitación, su luz entrando por la ventana, los pájaros empiezan a cantar, el aire del viento estaba fresco y limpio, era una mañana agradable sin alboroto.

Se oía gemidos de placer, y un sonido de vibración de un consolador. Eileen acostada en boca abajo, haciendo movimientos con sus caderas apoyada con sus sábanas enrolladas y con su mano derecha sostenía su consolador encendido introducido en su punto de placer. Aún no había sonado la alarma, se despertó excitada recordando su orgasmo que tuvo anoche, y tomó su consolador para aprovechar el buen momento.

- Ah sí... - gemía suavemente, mientas se movía ya estaba por llegar al clímax.

Se movió un poco más rápido, para poder encontrar ese placer que tanto busca y lo encuentra, empezó entre a chillar y casi gritar de placer cuando ya llegó al orgasmo, redujo la velocidad e hizo movimientos lentos y sensuales mientras jadeaba y gemía, hasta que ya cayó casi desmayada con su respiración bien cansada, y luego sonrió feliz, se dio la vuelta para quedar boca arriba y saco su consolador que lo tenía bajo sus bragas. Empezó su día muy relajante y placentero.

- Creo que ya encontré mi verdadera felicidad - mirando su juguete con admiración, y se mordió su labio inferior.

Se levantó a de la cama y fue al baño a lavar su vibrador con agua en el lavamanos. Después regresó a su habitación a tomar su toalla para darse un baño.

Luego de unos diez minutos de su baño, se dirigió a vestirse y al entrar a su habitación su despertador estaba sonando y Pelusa estaba sentado sobre su cama mirando la fijamente con curiosidad, se dirigió a apagar el despertador y cuando lo hizo, su mirada dirigió hacia su mascota a lo que dijo:

- Me había despertado antes - y una sonrisa malicia se dibujó en sus labios.

Busco ropa para vestirse en su armario; empezó con sus bragas y sostén, un pantalón jeans color azul marino, una blusa roja con mangas que le llegaban hasta la mitad de sus brazos y tenía tres botones la parte del escote, se mostraba un poco su pecho, por último se puso unas botas cafés de tacón no tan alto.

Por último prosiguió con su maquillaje natural, esta vez pintó sus labios de color rojo, y se delineó los ojos no tan larga la cola. Como va vestida de rojo se colocó el collar y el par de aretes que contienen la piedra Rubí que Henry le había regalado en su último cumpleaños, ya eran veinticuatro años.

Finalizó aplicándose perfume y se pintó las uñas con esmalte de unas de color rojo, luego de esperar un rato a que el esmalte de sus uñas se secaran, fue a la cocina a prepararse su desayuno normal. En cuanto estaba a punto de hacerlo, su teléfono fijo alámbrico de la casa sonó, estaba pegado en la pared izquierda del pequeño pasillo del apartamento.

Eileen fue a tomar el teléfono para contestarlo y colocarselo en su oído.

- ¿Si? Hola... -

- Hey Eileen... ¿Será que tenés un tiempo para que nos reunamos solo un rato? Nada más para hablar... - era Henry, su voz se oía entre cansado y asustado, a lo que hizo que Eileen empezará a preocuparse.

- ¿Henry? Te oyes alterado ¿Estas bien? ¿Pasó algo? -

- No, no me pasa nada solo que no he dormido bien anoche y... Creo que esas pesadillas volvieron -

Silent Hill 4 - Terrores Nocturnos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora