Baham
En cuanto cerró las puertas de la biblioteca, Baham sintió como su respiración se aceleraba ligeramente. Los ojos le ardían y sus manos comenzaban a temblar. Rápidamente, se dirigió hacia uno de los túneles que conectaba con su habitación. Necesitaba llegar pronto.
Una vez allí, se dejó caer sobre su cama y pese a sus esfuerzos, pequeñas lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas. No quería hacerlo, pero no pudo evitarlo. Iba a colapsar. Hubiese seguido si no hubiese sido por las súbitas y resonantes pisadas aproximándose por el pasillo. En seguida, secó sus lágrimas con la palma de sus manos.
— Lamento la demora, yo... — habló Ceres al entrar, mas se detuvo a sí misma luego de observar detenidamente a la Estrella. — ¿Baham?
— ¿Si?
— ¿Estás bien?
— ¿Por qué lo preguntas?
Antes de contestar, Ceres se concentró en observarla durante unos par de segundos más. Aquel tiempo se sintió como una eternidad. Baham se quedó muy quieta, tratando de aparentar que nada malo sucedía con ella.
— Baham... estás temblando.
Oh no...
Baham trató esconderse detrás de la máscara que usaba tan bien para ese tipo de situaciones, pero, cuando vio la expresión de lástima en el rostro de la diosa, se derrumbó.
— No estoy bien...
Ceres se acercó cautelosamente.
— Y ya me cansé de fingir que lo estoy — sollozó la Estrella.
De pronto, sintió cómo los brazos de Ceres la envolvían. Baham se aferró a aquel abrazo como si la vida le fuese en ello.
— No sé por qué me siento así — masculló. — Ni siquiera sé cómo llamar a estos sentimientos. ¿Celos? ¿apatía? ¿ansiedad? No sé qué sucede conmigo, pero ya no quiero sentirme de ésta manera.
Ceres se separó de ella y la observó nuevamente, secando una que otra lágrima que caía por su rostro.
— Esto es por Selien, ¿Cierto?
— ¿Tú que crees? — preguntó amargamente. — Pero admito que no es solo por él. También es por mí. Yo inicié esto.
— ¿Por qué lo dices?
— Vi cosas donde no las había. Pese a que sabía que los sentimientos de él hacia Helia eran muy distintos a los que tiene hacia mí, aun así, guardé esperanzas en que tal vez algún día él podría mirarme con otros ojos.
Ceres agachó la mirada y no habló por un buen rato.
— Muchas veces intenté alejarme, ¿Sabes? Pero me rompía el corazón verlo tan solo. Así que volvía a su lado. No podía dejarlo a su suerte en medio de mis hermanas y de Universo. Después de todo, somos amigos. Siempre hemos estado juntos.
Desde que me enteré sobre el baile, las cosas han estado tensas por aquí. Quiero que sea feliz, pero no quiero que se meta en problemas. Creí que, si lo ayudaba a encontrar aquellas viejas hojas, se daría cuenta de lo complicada y peligrosa que es esta situación. Pero me equivoqué.
— Y ahora, ¿Qué piensas hacer?
— Buscar respuestas.
Aquellas palabras quedaron suspendidas en el aire hasta que Ceres comprendió lo que significaban.
— Es por eso que te ofreciste a ir con aquel dios...
— "Sólo aquellos cuyos acongojados corazones busquen respuestas, podrán visitarle" — repitió las palabras del viejo y deteriorado pergamino. — No sólo los ayudaré a ustedes, sino que a mí también.
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Atardecer en el Palacio del Sol
FantasySelien, el dios de la Luna, vive en el exilio, distante de los demás dioses, percibido como una amenaza. Sensible, apasionado y un soñador, ha aprendido a mantenerse alejado del resto. Su único consuelo es el frío y distante Palacio de la Luna, junt...