Capitulo 13

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Durante la noche, Camila se despertó con uno de sus habituales dolores de tripa debidos a la menstruación. Fue al baño para tomarse dos analgésicos y esperó sentada en el borde de la bañera a que hicieran efecto.

—¿Camila? —La voz de Lauren se oyó por detrás de la puerta—¿Estás bien?

—Estoy bien —Contestó Camila tratando de no emitir su dolor.

—Me pareció oírte quejándote. ¿Estás enferma? —La preocupación en la voz de Lauren era tan real que la sonrisa que se creó en los labios de la morena fue sincera.

—No. No estoy enferma, de verdad—La tranquilizó.

—¿Te traigo algo?

—Estoy bien. Esto no es nada nuevo para mí —Camila se levantó y abrió la puerta viendo a una muy perdida italiana.

—¿Tienes el periodo? —Lauren frunció el ceño.

—Te has salvado, Lauren —Sonrió Camila, refiriéndose a dos razones, la primera, que al ella no tener vagina, se evita esos terribles dolores, y la segunda;—No vas a ser madre. ¿No estás contenta?

—Estás pálida, ¿seguro que estás bien? —Preguntó Lauren tomándola por la muñeca al ver todo su rostro, su típico color moreno, palideció terriblemente haciéndola lucir enferma.

—Lauren, Georgia está dormida. Ahora mismo no tienes que simular estar interesada en mi bienestar—Suspiró tratando de zafarse del agarre en su muñeca pero la mujer no la soltó, solo la miro inquisitivamente.

—Estás viviendo en la casa de mi familia y por lo tanto bajo mi protección—Declaró Lauren mirándola con tanta seriedad y preocupación que hizo suspirar a Camila—Si estás enferma, me lo tienes que decir.

—¡No estoy enferma! Sólo necesito que me dejes sola. ¿Es mucho pedir? —Se quejó Camila, soltándose de una vez de la mano de Lauren, quien apenas vio cómo se soltó la volvió a agarrar de nuevo y la miró a los ojos—Lauren—Sollozó al sentir otro retorcijón.

—Estás llorando —Balbuceó Lauren sorprendida al ver los ojos marrones empañarse de lágrimas, y como estas resbalaban por sus mejillas.

—No me lo digas —Bufó Camila frotándose los ojos.

—¿Por qué estás llorando?

—¿Tienes una ley que lo impide, Lauren? ¿Te tengo que pedir permiso? —Gruñó sintiendo una rabia ante su cuestionamiento, ¿Qué no podía llorar sin también decirle donde estaba, y por qué?

—No...no, yo sólo te estaba preguntando—La grandísima Jauregui estaba balbuceando ante la morena, Camila reiría si no fuera porque las ganas de llorar eran más.

—Estoy llorando porque siempre lloro cuando tengo el periodo —Explicó finalmente entre sollozos al ver el rostro miedoso de su esposa, que no hacia nada más que verla mientras sus manos buscaban a tientas, en su ropa, un pañuelo para dárselo—No lo puedo evitar. Me emociono demasiado—Se sonó la nariz con el pañuelo que Lauren le había extendido—No tenía intención de despertarte. Lo siento... pero yo...

—Eh —Lauren tomó con su mano la cabeza de Camila tan delicadamente que la morena soltó otro sollozo mientras la italiana le hacia recostar su cabeza en su pecho, a centímetros de sus senos pero no le importó a la morena, ella acurrucó su cabeza entre la calidez del pecho de Lauren y la abrazó por la cintura—Sssh —Susurraba suavemente Lauren mientras sus cálidos brazos la rodeaban—No llores.

La amabilidad y dulzura de Lauren hicieron que el sentimiento de culpa que tenía Camila por todas las mentiras que había dicho se incrementara. Durante un rato Lauren estuvo de pie con Camila en su pecho, apoyando su barbilla en su cabeza.

Soy otra mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora