Final

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Camila decidió no tomar un avión en Nápoles sino un taxi hasta Roma. Compró el primer billete de avión que encontró para volver a Sidney. Cuando llegó, destrozada, se quedó durante una semana con Allyson, sin apenas salir de su habitación. Tenía los ojos rojos de tanto llorar y se estaba quedando cada día más delgada.

Cuando ya llevaba siete días en su casa, Allyson se sentó en la cama de Camila y frunció el ceño, preocupada. Su amiga siempre con una sonrisa y riendo cada dos por tres se encontraba desolada, triste y deprimida, siempre acostada. Su piel pálida y sus ojos opacos, sin ningún tipo de brillo de animación.

Odiaba verla de esa manera, tan deplorable.

—Vamos, Camila—Animó viéndola envolverse en las cobijas—No te quedes aquí tumbada. Ve y dile cómo te sientes—Tocó su hombro delgado sintiendo tanta pena por su amiga—En el periódico de ayer decían que ha vuelto a la ciudad.

—No puedo —Sollozó Camila encogiéndose, sintiendo las caricias de su amiga sobre su hombro.

—Sí que puedes—Insistió su amiga—La quieres a ella y quieres a Georgia. Ella necesita saberlo—La morena escuchaba el ruego de su amiga, pero ella no podía.

Al cerrar los ojos, cada maldita vez, veía el repudio en esos rencorosos ojos verdes, en momentos de silencios podia escuchar los gritos e insultos de la italiana contra ella. Escuchaba las mentirosas palabras de su hermana gemela y los llantos de Georgia.

—Ella me odia—Susurró sintiendo las lágrimas resbalar por sus mejillas y caer a la almohada que se había convertido en su acompañante después de Allyson.

—¿Cómo lo sabes? Tal vez las cosas hayan cambiado. ¿Quién sabe? Una buena dosis de Nadia quizá le haya abierto los ojos—Podía escuchar la ilusión y esperanza en su amiga, pero eso ya no funcionaba en Camila, ella ya había perdido la esperanza ante tanto odio que recibió.

—Es mi culpa, por no haberle dicho la verdad desde un principio. Tiene todo el derecho de estar enfadada. Se casó con la mujer que no era—Sus manos se envlvieron en las cobija, triste y enojada con ella misma.

—¡Vaya estupidez! —Exclamó Allyson  soltandola mientras se cruzaba de brazos, o eso pensaba al escuchar el moviendo brusco de su ropa—Si me pides mi opinión, se casó con la mujer que debía. Tú tienes todo lo que ella necesita. Eres leal y fiel y prefieres hacertedaño a ti misma antes que hacérselo a otra persona. ¿Qué más puede desear alguien en una pareja?—Allyson se encontraba tan indignada con lo sucedido y dicho por su deprimida amiga—Volteate, Mila, quiero verte la cara—Pidió haciéndose un poco más a la orilla para darle espacio a la morena para darse la vuelta.

El quejido de Camila la hizo sonreír, sin embargo, aún así la morena se volteó, aún bajo las cobijas, y la volteó a ver, y Allyson pudo ver el brillo en sus ojos que hacía días no veia.

—Quisiera poder decirle cómo me siento —Admitió Camila, con la emoción reflejada enla cara.

—Hazlo —Allyson se paró inmediatamente y tomo el teléfono más cercano para darselo en la mano, quien renuente lo tomo—Llamala y dile que quieres verla.

Camila se quedó mirando el teléfono durante un largo rato. Volteó a ver a su pequeña amiga y vio como señalaba el teléfono alentandola a llamarla.

—Vamos —Insistió Allyson, y al ver la incertidumbre de Camila, extendió la mano para tomar el teléfono—Dime su teléfono y yo lo marcaré por ti.

—No… no. Le llamo yo —Balbuceó Camila, tomando nuevamente el teléfono de las manos de Allyson, incorporándose en la cama para solo sentarse en la cama. 

Soy otra mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora