Capitulo 14

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Los siguientes días transcurrieron de la misma manera. Cada mañana, Camila se despertaba con Lauren abrazándola. Después del desayuno, la llevaba a dar una vuelta mientras que Lucía cuidaba de Georgia para que Vito pudiese pasar tiempo con la niña.

Camila se quedó fascinada con Pompeya; con su trágica historia.

—Es tan triste —Dijo Camila al terminar de visitar la ciudad—Pensar que no tuvieron tiempo de escapar, ningún sitio hacia donde correr o escapar, ninguna esperanza de proteger a los que querían...

Lauren la miró, pensando que en momentos como ése era difícil pensar de ella otra cosa que no fuese que era una joven amable y bondadosa, que se preocupaba por los que sufrían, y se preguntó dónde estaría en aquel momento la mujerzuela egoísta.

Durante las primeras noches, Vito Jauregui cenó a solas en su suite. Pero la cuarta noche que estuvieron allí, cuando Camila bajó poco después que Lauren, se encontró a ambos sentados esperándola.

Al principio, todo fue un poco forzado, pero Camila se dio cuenta de que Vito Jauregui se esforzaba en intentar arreglar lo mal educado que fue la primera noche que llegaron. También parecía hacer un esfuerzo para no beber demasiado.

—Georgia es una niña preciosa —Habló Vito en un determinado momento—He disfrutado del tiempo que he pasado con ella cada mañana. Gracias por permitirme el privilegio de conocerla.

—Me alegra que haya disfrutado con ella, signore Jauregui —Expresó Camila suavemente—Ella es muy especial.

—Lucía me ha dicho que es usted una buena madre. Y, como mi hija me ha dicho que habla nuestro idioma, le ruego me disculpe por la forma tan insultante en la que me referí a usted la otra noche —Se disculpó Vito, dirigiendo una prolongada mirada a Camila.

—No pasa nada. Ya me he olvidado de todo aquello.

—También debo disculparme por la carta que le mandé. Algunas de las cosas que dije eran... imperdonables. Todavía me sorprende que accediera a casarse con Lauren cuando tenía un arma como ésa contra nosotros —Terminó de hablar Vito en un tono cálido.

Camila sabía que existía aquella carta, pero Nadia no se la había enseñado. Se preguntó si su hermana le habría escondido el modo de haber podido evitar casarse con Lauren.

—Todos decimos y hacemos cosas sin pensar —Le contestó Camila a Vito.

—Es muy amable —Dijo Vito—No creía que fuera capaz de ser así. Me temo que André no describió muy bien su personalidad.

A Camila le fue difícil mirar a Vito. Mentir a un anciano, que además se estaba muriendo, le parecía demasiado y no sabía cómo iba a ser capaz de aguantar el resto de la cena. Justo en ese momento, alguien del personal llamó a la puerta para informar de que Camila tenía una llamada.

Cuando se levantó de la mesa, sintió el peso de la mirada de Lauren sobre ella.

Tomó el teléfono más cercano que encontró, en la biblioteca.

—¿Hola?

—Camila, soy yo, tu alter ego —Se burló Nadia riéndose tontamente.

—¿Cómo has conseguido este número? ¡Te dije que no me llamaras! Es peligroso.

—Digo yo que puedo llamar a mi propia hermana —Refutó Nadia malhumorada—Mi, casada con una multimillonaria, hermana —Añadió entrecortadamente.

—Tú planeaste todo esto, ¿verdad? No me enseñaste aquella carta a propósito —Espetó Camila entredientes—Me dejaste pensar que no tenía otra opción más que hacer lo que Lauren y su padre me pedían, sin decirme que había un modo de escapar de todo esto.

Soy otra mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora