08.

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-¡El último en llegar al agua lava los trastes esta noche! -grité.

Corrí hasta la orilla del estanque. Me desvestí a toda velocidad. Sólo me dejé el calzón porque no tenía traje de baño y luego me eché al agua tratando de salpicar lo más posible. Estaba fría y sabrosa. Me volteé y vi a Mark de pie, con las manos en los bolsillos de su chamarra.

-¿No vienes? -le pregunté.

-No, no... No me gusta el agua... Tenías razón, está muy bien este lugar.

-Pues sí, tenía razón, y a ti te tocan los trastes esta noche.

Se rió.

-¡A tus órdenes, manito!

Me deslicé debajo del agua, con los ojos abiertos. Cuando volví a salir, sacudí mi cabello. Luego hice muertito mirando al cielo y siguiendo los movimientos de los peces. Mis penas se habían ido. Me había convertido en sirena. Pertenecía al estanque, tan sólo a él, no al otro mundo.

Pero era sólo una ilusión. Entonces nadé para volver a la orilla. Cuando pisé suelo caminé lentamente para sentir mi cuerpo saliendo poco a poco del agua y mi cabello que chorreaba.

Mark estaba sentado con las piernas cruzadas, masticando una hoja de hierba. Me enfureció, porque me estaba mirando. Miraba mi cuerpo. Y detesto que los hombres me miren como si fuera un adulto, porque todavía no lo soy. Me tienen harto. Como esa vez que elnopapá entró al baño. Se me había olvidado echarle llave. Estaba completamente desnudo, acababa de darme una ducha. Echó un silbido y exclamó:

-¡Pero si ya es todo un hombrecito nuestro Donghyuck!

Me dio tanta pena que no supe qué contestar. Me envolví en una toalla y fui a refugiarme a mi cuarto. Su risa me siguió hasta debajo de las cobijas. Lloré durante una hora por lo menos, apretándome el pecho con los puños, para tratar de sumirlo, pero evidentemente eso no funcionó.

La mirada de Mark me hacía sentir realmente apenado. Me ruboricé. Recogí sin tardar mi ropa y fui a vestirme atrás de unos árboles.

Cuando volví, él trataba de hacer patitos en el agua, sin éxito. Me acerqué. Desató su bufanda y la usó para secarme el pelo. Luego tomó mi mano y dijo:

-Eres muy lindo, hermanito.

Y nos fuimos de regreso en el coche.

Un pacto con el diablo. | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora