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Antes, yo sólo leía libros para niños. Por mi edad. Ahora tengo doce años, así que leo también los de mi papá. Bueno, no todos... compra algunos que no tienen gracia. También están los que tienen su lugar en la última repisa, hasta arriba. Ésos no tengo derecho de tocarlos... Al parecer son libros para adultos. Porque yo ya no soy un niño, pero tampoco soy gente grande. Estoy entre los dos.

De cualquier modo, los libros para niños ya no me gustan tanto. Casi siempre nos tratan como bebés. Y no son como en la vida real. Siempre tienen final feliz. Como en las películas de amor de la televisión, siempre acaban dándose un beso. Pero en la vida de verdad, que no es cosa de película, no es así para nada.

Mis padres, por ejemplo. Al principio vivían juntos y también conmigo. Luego, se divorciaron. Me quedé con mi mamá. Hubiera preferido a papá, mas nadie pidió mi opinión. Bueno, no era demasiado grave, porque de cualquier forma quiero mucho a mamá. Pero la cosa no paró ahí. Ella se volvió a casar con alguien a quien yo ni siquiera conocía. Para ella era una historia de amor. Para mí no. No podía soportar a aquel ''papá postizo'', como quería que lo llamara. Se iba a quedar esperando. Para empezar, era más bien feo, y además no era mi papá. Así que yo lo llamaba elnopapá. Y era horrible vivir en la misma casa que él; eso sí que no era un cuento para niños.

Las noches en que me sentía muy infeliz, pensaba que todo eso era porque yo estaba viviendo un capítulo malo, y que en el último todo cambiaría. ¡Valor! Sólo unas páginas más y el zorro llegaría...

Conocí a un muchacho. Se llamaba Mark. Él tampoco vivía un cuento para niños. O quizá le faltaba el último capítulo. Porque Mark se divorció de la vida. Y, en esos casos, uno no se vuelve a casar nunca.

Un pacto con el diablo. | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora