Capítulo 8: Plata

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Yanira Greymist

Salimos antes del amanecer hacia la capital, solo cogimos un caballo, Jay se sentó detrás y yo manejaba las riendas. Parecía que aún estaba un poco dormido aunque ayer se le veía muy emocionado por ir a la ciudad, pese a ser un cazador parecía como si le tuviera miedo al bosque, ahora que lo pienso su rostro solía reflejar incertidumbre cuando salimos a patrullar de noche, puede que no esté acostumbrado aún, nunca le pregunté si de verdad era esto a lo que quería dedicarse.

—Ya estamos llegando. —Giré la cabeza para despertar a mi compañero, tenía su rostro pegado a mi hombro, me pareció bastante tierno.

Tras un par de bostezos Jay se estiró de una forma tan exagerada que casi se cae del caballo, no pude evitar reírme.

—Llevas el anillo, ¿verdad? —Pregunté mirándole de reojo, asintió.

Dejamos al caballo en el establo de la catedral y nos dispusimos a entrar. Era enorme, casi intimidante, un edificio tan majestuoso y antiguo, debía de contener muchas historias en su interior, la gigantesca puerta de madera estaba entreabierta por lo que pudimos pasar sin problemas, el Cardenal nos esperaba en su despacho, arriba del todo.

Jay agachó la cabeza en forma de reverencia, parecía nervioso ¿a quién había visto?

—¡Yanira! ¡Agacha la cabeza! ¿No ves que es el Filo Plateado?

Ladeé la cabeza en lugar de agacharla, no reconocía a la segunda figura que se acercaba hacia nosotros, era un joven bastante alto, pelo largo y azulado.

—Buenos días, prima. —Esbocé una leve sonrisa, volví a mirar de reojo a Jay, su cara era todo un cuadro.

—¿Prima? ¿Tu... prima es?

—Yanira. Niño que no conoce lo que es un peine. —Saludó mi prima.

Ella siempre fue muy directa y decía lo que pensaba, veo que no ha cambiado nada. Alcé la vista hacia el joven que la acompañaba, este me devolvió la mirada frunciendo el ceño.

—¿Qué quieres garrapata?

Mi prima chasqueó sus dedos frente su boca.

—Respétala, Lamark.

Lamark, un nombre élfico, a diferencia de los mestizos como yo podían tener un nombre élfico de pura sangre, no lo envidaba, a mis ojos parecía un friki. Jay aún seguía anonadado, trataba de atar cabos pero parece que su recién levantada cabeza no daba para más.

—Deja que haga las presentaciones, Jay. —Carraspeé. —Ella es María Silvercross, la conocerás como... ¿Cómo era?

—El filo plateado. —Contestó María avergonzada. —No me gusta ese título pero el Cardenal insistió en que lo usara porque intimidaría a mis rivales.

—Está bien, supongo. Es bonito. —Coloqué mi diestra sobre el hombro de mi compañero. —Él es Jay, mi compañero, por lo que se ve te guarda bastante respeto.

—¡Por supuesto! Una vez me salvó de un zombie.

—Ah, ya te recuerdo, eras aquél que intentó razonar con un muerto viviente. —Añadió María.

La conversación siguió desvariando durante un tiempo, María y yo nos pusimos al día, al parecer debía volver a la ciudad del Alba para ayudar a capturar a un secuestrador. Lo que más me sorprendió es que parecía que había hecho amigos e iba a ayudarlos, ella era muy talentosa pero flaqueaba mucho en lo social, es toda una alegría ver que mejoró en eso.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2022 ⏰

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