Luna

31 5 9
                                    

Si, bueno, el que se hubiera cortado ligeramente el dedo era el menor de sus problemas, solo una simple cortada, pequeña.

Por otro lado, el mayor de sus problemas era que ahora tenía esa cosa enganchada en su brazo, como si fuese casi una trampa para oso. Su brazo estaba sangrando y pues, ¿Cómo no? Es casi como si un tiburón hubiera saltado de esa mesa y decidido comerse su brazo. Tenía que irse, por más que hubiera querido ver más del lugar, no era tan estúpido como para dejarse eso ahí, y menos intentar quitárselo, ya que puede que termine aún más lastimado y agreguémosle que empeoraría el sangrado, no, tenía que ir a atenderse, aun si su padre nunca lo perdonara.

Corrió a la puerta principal, aunque teniendo cuidado de no lastimarse aún más la terrible herida que tenía, por qué con cada paso que daba sentía como si se le encajara más en el brazo, era un dolor indescriptible.

Y aun así, en la desesperación, logró notar que algo estaba mal. Aunque justo en el momento no le tomo tanta importancia por qué para él, era más importante sacarse esa cosa del brazo, si se dio cuenta de que había oscurecido de pronto, y pensó que quizás estaba delirando, o no se dio cuenta de que ya había anochecido. Llegó a la puerta y quiso abrirla...

Pero no podía.

—¡¿Eh?!, ¡¿Por qué?! —Se podía sentir la desesperación mientras forcejeaba con la puerta.

Él no sabía si era por qué en el momento solo tenía un brazo útil, o si algo que había caído que le impedía abrir la puerta, pero no podía. No podía, no podía, no podía por más que lo intentase, por más que la jalara o empujara, por más que la pateara y la golpeara, la maldita puerta no se abría

Trataba de no pensar en el dolor, de no verse la herida, ¿Por qué eso funcionaba?, ¿no?, Pues justo cuando necesitaba que funcionará, ¡No estaba funcionando!. Era un terrible ardor y sentía como si aquello le perforara cada vez más la piel, aunque no lo estuviera haciendo de verdad.

Entre los golpes, las patadas, los gritos, y cualquier intento para salir de ahí, escucho algo que lo hizo detenerse abruptamente. Había escuchado algo más, ¿O no?, no... definitivamente había escuchado algo, se giró tratando de prestar más atención a su entorno, y así poder identificar lo que había escuchado.

Entonces fue ahí cuando la pareció escuchar pasos, y no se escuchaba como unas cuantas personas, se escuchaban muchas, una multitud. Se empezó a poner nervioso cuando escuchó como se acercaban hacia las puertas que daban, pues, a donde estaba él.

Tenía que esconderse, sabrá Dios de quien o que se trataba, ya todo se estaba tornando muy raro, y había escuchado suficientes videos del tipo que hace exploraciones urbanas y siempre pasaban cosas como para quedarse ahí parado. ¿Las cortinas?, ¡No!, ¡Claro que no!, que idea tan estúpida tenía en mente, sí un niño podría encontrarlo, lo que fuera que estuviera cerca también lo haría.

Y esta vez, esta vez podía confirmar que se estaban acercando, no era su imaginación, hizo lo que le dio más sentido y fue irse corriendo, casi volando por las escaleras, ya ni siquiera recordaba lo que sea que tenía encajado en su brazo, simplemente no quería morir, muy fatalista si, pero el miedo cambia a la gente. Incluso, le hizo correr más rápido, porque ya los estaba escuchando en la puerta, y logró captar el tintineo de unas llaves.

Estaba arriba, había tres habitaciones, una con la puerta abierta, no tenía tiempo que perder intentando abrir dos que podría ser que necesitase una llave. Corrió directamente a la que estaba abierta mientras escuchaba el sonido de la llave girando en el cerrojo, ambas puertas, solo una después de la otra, logró entrar a la pequeña habitación, casi cerrando la puerta, pero dejando una ligera abertura para ver que estaba pasado.

Racimo de uvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora